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29, octubre 2016 - 14:28

┃ EFE

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El Atlético de Madrid reactivó su lucha por la Liga con una victoria frente al Málaga (4-2), al que desmontó de inicio, goleó antes del descanso y aguantó la última media hora en inferioridad numérica, por la expulsión de Stefan Savic, en un triunfo imponente por fútbol, primero, y por carácter, después.

Once contra once, con un gol de Yannick Carrasco y dos de Kevin Gameiro, el partido fue rojiblanco sin matices, aunque Sandro Ramírez anotó para su rival; diez contra once, también fue del Atlético, que resistió la renovada ambición del Málaga, que soportó el 3-2 de Ignacio Camacho y sentenció con el 4-2 del extremo belga. Los rivales le dan cada vez más vueltas a su once, a su táctica y a su planteamiento cuando se enfrentan al Atlético. Su potencial le hace temible. El último ejemplo, el Málaga, cambió su esquema, reforzó el medio de su retaguardia con tres centrales, como el Alavés, el Rostov o el Sevilla… Y salió derrotado del Calderón.

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El Atlético aceptó el reto con autoridad, porque dispone de recursos imparables. En lo colectivo, en esa esencia de bloque del último lustro y en esa evolución indudable con la posesión, desde la que manejó toda la primera hora del encuentro; y en lo individual, con Yannick Carrasco, Antoine Griezmann o Kevin Gameiro.

Entre los tres, entre un dominio abrumador de inicio, reventaron la poblada defensa del Málaga, que ni fue un muro ni lo pareció en ningún momento del partido, primero desde el perfil de Bakary Koné, superado en el 1-0 de Carrasco y protagonista en el 2-0 de Gameiro.

En el primero, allá por el minuto 7, el cambio de ritmo con el pie derecho del extremo belga le desbordó fulminante, en poco más de un metro, para lanzar después un zurdazo certero sobre la portería del camerunés Carlos Kameni; en el segundo, por un despeje centrado, que generó más problemas que soluciones y que transformó Gameiro.

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Todo en 23 minutos, el quinto gol en los cuatro duelos más recientes de Carrasco y el cuarto en la cuenta de este curso de Gameiro -luego añadió el quinto-. Ya había indicios de goles desde los primeros segundos del choque, con un equipo rojiblanco siempre en campo contrario, dominador con balón y sin él, con precisión, movimiento y desborde con la pelota y ambicioso en cada jugada.

No le alteró ni la baja de Koke, sancionado, ni tampoco los dos golpes seguidos, en un par de minutos, que sufrió a la media hora: la lesión, aparentemente muscular, del argentino Nico Gaitán, de vuelta al once cinco encuentros después, fuera del partido desde entonces y reemplazado por su compatriota Ángel Correa, y el 2-1 del Málaga, un golazo de falta directa, escorada, de Sandro Ramírez.

No le intimidó el gol al Atlético, que siguió a su nivel. Ni impulsó al Málaga, efectivo en su primer y casi único tiro a portería, pero con el 3-1 en contra al borde del descanso; un envío largo del brasileño Filipe Luis, un toque sutil con la cabeza de Griezmann y la definición hábil de Gameiro dentro del área.

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Ahí pareció resuelto el partido. No había dudas ni en el marcador ni en el juego ni en las ocasiones. No las tenía el Atlético, igual de rotundo que en el primer tiempo, ni las generaba el Málaga, al que le costó un mundo ver la portería contraria, hasta la rigurosa expulsión del montenegrino Stefan Savic con media hora por jugarse.

Sí dudó entonces el Atlético, por la desventaja numérica, por el 3-2 tres minutos después de Ignacio Camacho, rematador de una acción a balón parado, y por el nuevo panorama del encuentro; un ejercicio de esfuerzo y aguante para el equipo rojiblanco, reestructurado desde el banquillo con Lucas Hernández y Tiago por Griezmann y Gameiro, contra el plus de convicción del conjunto andaluz.

En ese duelo también ganó el Atlético, que estrelló un balón en el larguero, de Carrasco de falta directa, que minimizó las ocasiones del Málaga y que marcó el 4-2, con un veloz Carrasco, imparable, para cerrar una victoria de fútbol y carácter; tres puntos sobre los que sólo hubo debate real cuando se quedó con diez.

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