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Mira

12, noviembre 2016 - 23:00

┃ Miguel Angel García

toros

Con gracia y encanto el matador José María Manzanares enamoró al público de la Plaza México, donde ejecutó su segunda faena, ante un toro de Bernaldo de Quirós, que si bien careció de bravura, éste se empleó con calidad y clase. Suficiente para que el diestro hispano le cuajara una labor repleta de sentimiento y encanto para al final cortar una oreja.

A DESTACAR

Se despejó el cielo, tarde en absoluta calma, aunque por un momento sólo fuerte viento. El festejo se desarrolló bajo la mirada de una esplendorosa luna llena. Como previo de la corrida se presentó el espectáculo ecuestre, nueva novedad también en el coso de Insurgentes. Tras el paseíllo se brindó un minuto de aplausos a la memoria de don Neto, periodista recién fallecido.

Instantes después el público llamó a los toreros con aplausos al tercio; en un gesto de respeto se taparon los hispanos y dejaron que el maestro “Zotoluco” recibiera toda la ovación. La entrada fue muy buena.

BERNALDO

Se lidió ganado de Bernaldo de Quirós, bien presentado y desigual en la lidia. Nube Roja, manso, y abucheado. Parido, tuvo un poco de mejor recorrido. Abucheado. Oro Viejo, manso para el caballo, manso para la muleta. Abucheado. Greco, rajado; Contador, aunque poca raza, mucha clase y calidad. Y Balzac, inservible. Cumplieron en el caballo.

DIGNA ACTUACIÓN

No hubo oportunidad de que el maestro Eulalio López “Zotoluco” luciera en los lances de recibo, el toro acusaba debilidad.  Le señalaron el puyazo para luego quedar prácticamente parado el animal. “Zotoluco” hizo gala de maestría y se arrimó como el más valiente; milagrosamente extrajo algunos medios muletazos de lo que bien pudo ser una piedra con apariencia de toro bravo. Con pinchazo y estocada se deshizo del marrajo. Aplausos en reconocimiento a su esfuerzo. Abucheos al astado.

Ante su segundo, el maestro aprovechó que el toro salió con muchas patas, tras haberle recetado un par de largas cambiadas de hinojos. Luego ligó una soberbia serie de chicuelinas que hicieron rugir a la plaza; de impecable estructura, con las manos muy abajo, plantado el diestro chintololo en el centro del ruedo como un poste. Bregó con chicuelinas andantes, muy ajustadas, para rematar de una revolera y dejar al toro frente al peto.

En banderillas salió al tercio Cristian Sánchez, luego “Zotoluco” brindó la muerte del toro a su amigo Daniel Caballero. Eulalio López se fue de hinojos pegado a tablas para ligar un par de pases. Ya en pie se explayó al toreo natural cuajando una tanda de ensueño. Aplicó la misma dosis por derecha firmando pases de temple, pero cortó la serie al ser desarmado, lo mismo en la siguiente tanda. El maestro se puso pegamento en la mano para evitar más fallas y se fue pegado a tablas para obligar al rajado animal a embestir, consiguiendo pases de mucho mérito y hasta una dosantina. Y continuó el matador obligando a su oponente, pero éste ya sólo se defendía y pegaba arreones a diestra y siniestra. Se deshizo del toro de una estocada que no bastó y tuvo que usar el descabello sin salvarse del aviso.

ENAMORÓ

José María Manzanares dibujó dos verónicas de ensueño en los saludos capoteros, y una vez que se hizo del toro con la muleta, se dio a torear con reposo y largueza, aprovechando que su oponente mostraba mayor recorrido y mejor calidad por el lado derecho. Regaló al público muletazos de mucha clase y estructura, con detalles pintureros. Pero se fue a menos el toro y el torero decidió que había sido todo. Lo despachó de senda estocada. Al tercio José María y pitos al toro.

Lo mejor, lo sublime estaba por llegar. Fue picado su segundo astado ante una severa protesta por parte del público debido a la mansedumbre que ya mostraba el de Bernaldo. Al señalar solamente la puya, el toro pudo tumbar al caballo. La escasa bravura fue suficiente para que Manzanares consiguiera edificar una faena con series en las que desparramó de su arte, ligando pases muy lentos por ambos lados, añadiendo desdenes de verdadera postal. Le dio todas las ventajas al toro, dándole sus pausas después de cada tanda. Deleitó al natural logrando pases en cámara lenta, con la clase que caracteriza a este grandioso torero. Y aunque de poca raza, el toro dejó ver una clase y calidad excepcional, conjuntándose muy bien con el toreo señorial del hispano, que continuaba recreándose por ambos lados haciendo vibrar al público con pases templados y de suma estética. Mató de una estocada para recibir una oreja a petición.

DEJÓ DETALLES

Alejandro Talavante no consiguió nada con la capa al inicio de su primera intervención derivado de un toro incierto y manso. Con la muleta, el matador decidió iniciar al natural, extrayendo pases de excelente manufactura, aunque de poco eco por la nula transmisión del astado. Intentó por derecha y nuevamente con la izquierda, pero la mansedumbre del animal era muy descarada y mejor lo pasaportó. Abucheos en el arrastre al astado.

Tuvo exquisita intervención con la capa en su segundo toro al lancear por verónicas de ensueño, despacio y de una gran calidad. Pero la muleta el toro no funcionó, dejó en claro su falta de casta y ante ello, Talavante sólo pudo dejar detalles de alto relieve con pases aislados llenos de sentimiento.  Estocada y descabello.

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