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Mira

13, noviembre 2016 - 10:16

┃ ESTO

Nota-Espectaculos-alejandro-fernandez

CORTESÍA DE MIRIAM GARCÍA

La noche del sábado, en el Zócalo de la Ciudad de México, Alejandro Fernández rompió el récord de asistencia con más de 130,000 personas como testigos y cumpliendo la promesa que le hizo a su padre de enaltecer a nuestro país, y así lo expresó él mismo: “Como se lo prometí a mi padre el día de su despedida en el estadio Azteca, siempre pondré en alto el nombre de Mexico”.

Acompañado de un grupo de 8 músicos y tres coristas interpretando como inicio de velada “Cóncavo y convexo”, Alejandro Fernández se brindó de manera por demás cariñosa y professional, pues se puede decir que complació a su público en todo lo que quiso.

Vestido de traje y en punto de las 20:30 horas, “El Potrillo” comenzó una noche espectacular, y aunque fría, no llovió y se calentó con el ambiente y emoción del pueblo de disfrutar el concierto gratuito. La primera parte comenóo cantando sus éxitos de balada que abarcaron más de 10 canciones, como “Cuando digo tu nombre”, “Estuve”, “Qué voy a hacer con mi amor”, “Te amaré”, etcetera.

Después dio paso a una pausa musical de aproximadamente 8 minutos y aparecer vestido con traje de charro color negro con botonadura dorada, acompanado de 11 mariachis interpretando “Guadalajara”, pero un verdadero manicomio se volvió la plaza de la Constitución cuando empezó a cantar “México lindo y querido”. Fue un verdadero clímax en la velada musical en donde el public no dejó de corear y cantar ninguna de las interpretaciones del “Potrillo”.

Alejandro se despidió por primera vez cantando “Como quien pierde una estrella”, y con esta frase que enloqueció al respectable: “Aquí viven (señalándose el corazón) y ni renta pagan”. Se apagaron entonces las luces y la gente no cesaba de pedir otra, hasta que regresó para ofrecer un homenaje a Juan Gabriel, agregando el siguiente comentario: “Esta noche, para mí es muy especial, pues el que debería estar cantando aquí debería ser él (Juan Gabriel)”.

Posterior a esto, dijo: “No me puedo ir sin rendirle un homenaje al que le debo todo, a mi amigo, a mi cómplice, a mi padre. Honor a quien honor merece”, y le dedicó un popurrí de diez canciones.

Fueron casi tres horas de concierto donde cantó unas treinta y seis canciones y demostró que está en plenitud, que la voz no le tiembla ni tantito, que disfruta al máximo su profesión y que hay “Potrillo” para rato.

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