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14, noviembre 2016 - 9:21

┃ Miguel Ángel Mujica

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La magia rodea al mundo… El futbol es solamente una de las expresiones en las que los trucos y maravillas llegan.

Lo que semana a semana pasa en las mejores ligas del mundo, son solamente destellos de todos aquellos pletóricos momentos en el que las estrellas se alinean para que en un solo momento suceda lo imposible.

La muestra son las parábolas perfectas que se ven en Europa.

Pero una que otra vez, los hechizo se pierden por rededor del mundo. Argentina, Brasil, Chile y Uruguay muestran la técnica individual de sus futbolistas en denominadas anotaciones de otro planeta.

México no queda exento de pinceladas de gran calidad. El estilo del balompié nacional solamente da para que extranjeros de calidad opaquen el talento nacional.

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EL RECUERDO

La Selección Mexicana puede albergar a tanta gente en su mítico recinto. El Tricolor es la única representación que tiene la capacidad de vencer a los mejores del mundo y complicarse contra los peores.

A muestra, los partidos ante Argentina, Alemania y Brasil. Campeones del mundo que han sucumbido ante el orgullo nacional.

Selecciones que supuestamente lucen inferiores como Bolivia, Venezuela e incluso los equipos de la Concacaf, han salido victoriosos ante los aztecas.

Fue precisamente ante uno de esos “inferiores” que un encantamiento salió del pie derecho de un héroe que -en ese momento- era un desconocido.

 

LA ACCIÓN

La jugada no fue perfecta. La desesperación estaba al máximo. México empataba contra Panamá y complicaba, aún más su pase a Brasil 2014.

La técnica de Fernando Arce apareció en el medio campo. La diestra del ahora directivo de Tijuana puso el balón en la entrada del área. Todo se conjugó para crear uno de los momentos más emotivos en la historia del futbol mexicano.

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EL GOL

Un juvenil que apenas sobresalía con el América se llevó las miradas por completo.

Raúl Jiménez levantó el balón. Todo el Azteca observó. La pelota se elevó y se mantuvo en el aire durante un segundo. Raúl rompió cualquier paradigma. Tal vez su juventud ayudó para hacerlo descarado y no temer al ridículo. Jiménez hizo el movimiento que caracterizó a Hugo Sánchez durante su carrera. Con la precisión de Enrique Borja y la técnica de Carlos Reinoso, ídolos de su infancia con las Águilas.

El delantero hizo la pirueta perfecta. El pie derecho se elevó más que los gigantescos zagueros canaleros, Felipe Baloy y Román Torres tuvieron asientos de primera fila para lo que sucedió. Raúl conectó para congelar el momento. La individualidad entró en el único sitio en el que Jaime Penedo no llegaría.

El meta panameño estiró la mano inútilmente. Solamente la estampa futbolera del cancerbero centroamericano finalizó de la mejor manera la magia que el mexicano creo.

El gol no vino solo. Tres puntos, la felicidad y un Azteca pletórico terminó con el sueño panameño y otorgó otra de esas odiseas que el futbol mexicano puede contar.

NUEVA HISTORIA

Una nueva estampa podría llegar el martes. El Rommel Fernández no ha sido un escenario sencillo para México, pero si se pudo derrocar el frío de Columbus, apaciguar la marea roja se puede lograr.

 

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