Una vez más su gol significó el abrir la puerta para que América esté en la final. Además, se hizo presente en la ida para evitar la caída americanista.

Lo que William Da Silva desarrolló esta noche y ha hecho durante toda la Liguilla lo convierten en el hombre del Centenario.

Es gracias al brasileño que las Águilas tienen muy cerca uno de sus objetivos. Salir campeón en alguna competencia en el año del Centenario depende de 180 minutos ante los Tigres.

William se echó el equipo al hombro. Desde el medio campo ha hecho olvidar a Osvaldo Martínez, no por nada tiene al guaraní en la banca que desde enero estará en Santos Laguna.

Su perfecta definición ante Marcelo Barovero fue la llave perfecta para que el cerrojo del Necaxa se abriera por fin.

El resto del encuentro fue de mero trámite para el volante mixto sudamericano. Flotó durante el cierre del choque, aunque el daño ya estaba hecho. Da Silva simplemente esperó el pitazo final y a su estilo -con las rodillas en el suelo y con las manos rumbo al cielo- festejó la que, seguramente, será la serie más importante en su carrera.

Su entrega, su clase, su garra, todo se conjuga para ser uno de los nuevos  ídolos  y   referentes de un América que pinta para grandes cosas en su Centenario o al menos de llevarse el campeonato de la Liga MX.

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