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Mira

10, diciembre 2016 - 21:23

┃ Miguel Angel García

Nota-Toros-diego-silveti

 

El sexto toro de Santa María de Xalpa no auguraba nada, no desentonó al resto del encierro. Solo que éste agregó una espantosa mansedumbre que lo orilló en tablas, rajado por completo, negándose a salir y buscando siempre la salida; hay que señalar la calidad del animal, gran cualidad pese a su defecto de ser huidizo. Diego Silveti pechó con este marrajo y vaya lío que le ha formado. Este es el Diego que la gente desea ver, asentado a más, con ideas precisas y tiempos puntuales. Diego ha dado el paso, mostrándose si, más profundo; su madures es más recia, se creció admirablemente. De por sí su carisma siempre estuvo de manifiesto, pero esta tarde además de ello, convenció al respetable, unificando criterios luego de realizar una faena de figura.

Se echó la capa a la espalda Diego tras haber recibido la puya el toro; quieto como poste en el centro del ruedo citó de largo para cambiarle el viaje al astado en el último instante. Silveti hizo rugir el coso por la dimensión de la ejecución, magistral y con pureza. Repitió la dosis hasta lograr una serie que hasta ese momento había sido lo más impresionante de la tarde. Remató su intervención de forma gallarda, quedándose quieto con los aplausos sobre él. Tras el estupendo tercio de banderillas en el que saludaron al tercio dos subalternos, Diego se fue al centro con la muleta para citar por péndulos, tuvo que acortar terreno para provocar la embestida consiguiendo una serie por demás impactante para luego seguir toreando al natural en forma excepcional. Después su socio se rajó por completo. Pero ahí fue Diego, a hacerle faena pegado a tablas, extrayendo pases prácticamente de una piedra, de un gran calado y mérito. Silveti le dio todo el tiempo al toro para que se decidiera a embestir. Y así fue construyendo una labor de mucha cabeza, de sitio absoluto y trazo sin igual. Toreo como pidió su cliente, de largo cuando se empleo y en terrenos cortos cuando lo pidió; dosantinas, desdenes, le hizo de todo pese a que no tenía absolutamente nada el astado. Diego se había inventado una faena, sin prisa alguna, notándose el placer en la cara del torero, destilando clase y calidad en todo momento.

El público le jaleo con fuerza todo lo que hizo, se le entregó por completó y reconocieron su entregada labor. El conclave había aprobado la labor de Diego.

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Y tras estarlo cazando y esperando eternidades para ejecutar la suerte suprema, finalmente el toro accedió a quedarse quieto y Diego no desaprovechó la oportunidad para enterrar la espada haciendo con la suerte de recibir, ¡eso fue la locura!. Los tendidos se tiñeron de blanco y le fue concedida una oreja de mucho peso que el juez otorgó sin miramiento alguno, con petición de la segunda. Diego convenció, pegó fuerte en su única intervención en la Temporada Grande; dejó un ambiente inigualable. El toro fue pitado en el arrastre, mientras que Silveti, fuertemente vitoreado en la vuelta al ruedo.

Ante su primero toro Diego dio los saludos capotero con lances cadenciosos a la verónica, que remató de una media de postal. Y quitó de gaoneras bien plantado, de alto impacto y conjunción, embarrándose al toro en la faja. Y vaya ovación que se llevó en el brindis que hizo al respetable; la gente quiere bien al diestro. Se resistió el toro a embestir ante la muleta, se amarró al piso y cuando se animó ir al embite no lo hacía con franqueza, lo cual fue un gran logro que el torero aguantara estos desconciertos. Nada fácil el jabonero, que jamás terminó de entregarse; pero queda la enorme disposición de Silveti y su entrega con el fin de extraer algunos muletazos. Estocada entera que no bastó y tuvo que usar el descabello, no se salvó del aviso. Se retiro entre aplausos.

SIN OPCIONES NO SE DESDIBUJÓ

Abrió plaza Fermín Rivera con el toro Don Pepe, -en recuerdo a don José González Dorantes qepd- de La Joya; este hierro parchó al encierro de Santa María de Xalpa debido a que un toro de la divisa titular se lesionó. Bien llegó el de La Joya al caballo, tuvo calidad, pero fue de más a menos. Lanceó a la Verónica con suavidad y tersura el potosino. Y quitó por delantales sublime. Su faena de muleta la inicio con doblones rodilla en tierra, soberbios. De más a menos se comportó su socio, con el denominador común de la falta de transmisión, aunque con excelente calidad. Reservón el astado no le quedó más que sucumbir al embite de Rivera, que hizo una labor puntual en sitio, toques y distancia, extrayendo muletazos de gran sentimiento por ambos lados, para edificar una faena de tremenda profundidad. Pero sin duda han sido una serie al natural en la que Rivera desató las musas, siendo estos de un temple y fina ejecución. Pincho en dos ocasiones, dejando escapar una posible oreja. Descabello tras aviso y salió al tercio con fuerza.

En su segundo se desmonteró el subalterno ante sonora ovación.

Rivera no se acomodó con su astado, no había mucho interés de su socio por ir a la muleta, se impuso la falta de casta. Rivera estuvo empeñoso, obligando al astado para conseguir muletazos, pero poco fue el resultado. Pitos al toro.

 

SE ESTRELLÓ CON MANSEDUMBRE

Octavio García “El Payo” pechó con lo peor. En su primer toro remató con dos medias de pintura, en los lances de recibo y en los quites, que ha sido lo más destacado. Tras el puyazo el toro acusó una debilidad extrema. Con la muleta el torero le dio todas las ventajas, muleta alta y pases de uno en uno, sin ahogar al animal, pero la falta de fuerza ere evidente y terminó defendiéndose el xalpeño. Lo pasaportó de un espadazo casi entero. Pitos al toro.

Su segundo fue un descastado que embestida con la cara arriba, “Payo” no quiso saber de este marrajo y abrevio.

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A DESTACAR

Tras el paseíllo se rindió un sentidísimo minuto de aplausos a la memoria del matador y ganadero Manolo Espinosa. Luego, la afición llamó al tercio Fermín Rivera, quien quiso compartir los aplausos con sus alternantes.

Se lidiaron cinco toro de Santa María de Xalpa y uno de La Joya, muy bien presentados, se encaste español. No funcionaron los toros como se esperaba; del hierro titular destacó el sexto, aunque rajado, cuando se empleaba lo hacía con calidad y recorrido.