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Mira

1, octubre 2014 - 23:11

┃ María Vega

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LA mañana de ayer dejó de existir en esta capital José Silva Gutiérrez, quien fuera finísimo novillero de los años cuarenta y cincuenta. Aun habiendo nacido en la capital oaxaqueña, se le consideró siempre como un torero poblano, pues a esta ciudad llegó a los trece años de edad y ahí conoció la fiesta brava. Don Pepe Silva, como lo conoció siempre el medio taurino, contaba al morir ochenta y ocho años; deja a su viuda doña Celia Espinosa y a ocho de los nueve hijos que tuvieron, además a su hermano, el historiador Jaime Silva, quien durante muchos años fuera colaborador de El Sol de Puebla.
Desde ayer por la tarde las condolencias se reciben en la funeraria Cristo Rey, frente al panteón Municipal y este día los restos del exnovillero serán incinerados.
A Pepe Silva se le considera el torero de más clase que haya dado Puebla y además del arte que atesoraba, fue alumno del célebre maestro Samuel Solís quien fuera condiscípulo de don Rodolfo Gaona. El 27 de abril de 1947 toreó vestido de militar en la Plaza México un festival en honor al Ejército mexicano, donde se le tiró de espontáneo Mario Moreno “Cantinflas”. Tras alternar con grandes figuras de la novillería y en festivales con algunos cómicos del cine como Armando Soto la Marina “El Chicote”, su brillante carrera empezó a declinar a raíz del sonado asesinato en esta ciudad del que fuera su apoderado, el empresario don Paco Lozano, en 1948.
Don Pepe Silva fue contemporáneo de toreros poblanos como Antonio Campos “El Imposible”, José Luis Crespo (quien fue también cronista taurino titular de El Sol de Puebla, por varias décadas), Isaac González “El Chivo”, Manuel Flores “El Peterete”, Pepe Avendaño “El Pueblita” y Teodoro Torres.
A su viuda, sus hijos, nietos y su hermano Jaime, les expresamos nuestro más sentido pésame.

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