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21, enero 2017 - 10:54

┃ EFE

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El Espanyol vuelve a ganar tres jornadas después con un triunfo cómodo frente al Granada en Cornellà-El Prat, que se sobrepuso de falta directa al primer tanto local, pero se apagó ante el 3-1 justo tras el descanso gracias a la mayor inspiración y entrega de los blanquiazules.

La intensidad y el hambre del Espanyol tuvo su recompensa pronto. El anfitrión controlaba el balón y el ritmo. José Antonio Reyes culminó el trabajo y puso el primer gol de la mañana en el minuto 11 con un disparo de calidad que entró por la escuadra. Imparable para el mexicano Ochoa.

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El Granada estaba grogui y los catalanes, muy enchufados. En la siguiente jugada, Jurado intentó ampliar la ventaja con un disparo raso, inocente. La presencia blanquiazul en el área andaluza era constante y los de Lucas Alcaraz no podían frenar la circulación local ni marcar la pauta del choque.

El guión parecía claro, aunque una acción de estrategia lo rompió. En el minuto 22, una falta sobre la línea de la frontal del área supuso el empate. Pereira engañó a la barrera y disparó cuando la muralla del Espanyol saltó. La pelota entró con facilidad en la meta de Diego López.

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Pese a que el tanto igualó el marcador, el protagonista era el anfitrión. Su intensidad se había rebajado, pero la apuesta de juego de bandas y velocidad seguía siendo efectiva. La defensa del Granada estaba apurada. Y, de hecho, en el 32 llegó el 2-1 gracias a Piatti desde el punto de penalti, con asistencia de Jurado.

Lucas Alcaraz intentó revitalizar a su equipo con dos cambios al descanso: entraron Gabriel y Ponce por Boga y Tabanou. Aunque no había fórmula para frenar al Espanyol. Marc Navarro, que debutaba en Primera, puso el 3-1 en el 48 con un excelente latigazo desde el vértice derecho del área.

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Con el partido encarrilado, los de Quique Sánchez Flores aún buscaban ampliar la sentencia. Los blanquiazules mantenían la seguridad atrás y seguían incisivos arriba con Piatti, Reyes, Hernán y Moreno. El Granada, por su parte, apenas examinaba los reflejos de Diego López, que apareció en escasas y asequibles situaciones.

El conjunto andaluz era inofensivo y no daba signos de poder revertir la situación. A medida que el reloj iba avanzando, las revoluciones del conjunto local descendían. No había riesgo de perder los tres puntos y el técnico blanquiazul ni siquiera agotó el tercer cambio.