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Mira

29, enero 2017 - 22:40

┃ Miguel Angel García

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POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

FOTOS: ALEJANDRO VILLA

La clase y sentimiento, el valor sereno y el sobrado oficio fueron y seguirán siendo los valores del toreo que enfunda al francés Sebastián Castella. La tarde de ayer en la Plaza México puso de manifiesto sus mejores cualidades ante dos toros de Los Encinos, que fueron, sin ser los mejores, óptimos para que el diestro desplegará su sapiencia; incluso hizo ver magníficamente al segundo astado de su lote, ensalzando a su socio para que el público pidiera el arrastre lento a los despojos del animal, mismo que se concedió, sin haber tenido merecimiento el de Los Encinos. Sebastián levantó las dos orejas de Arbolero, segundo de su lote, tras tremenda estocada. Suficiente para salir a hombros en una tarde que firmó en forma triunfal.

Octavio García “El Payo”, quien pechó con el lote malo, salió del coso con la boca amarga sin conseguir prácticamente nada plausible amabas actuaciones. Por su parte, el peruano Andrés Roca Rey no se acopló a sus dos astados, ya que estos tampoco tuvieron lucimiento; acudió al recurso del regalo (¿qué no estaban prohibidos ya?) pero tampoco pasó nada en el séptimo.

PARA DESTACAR

El coso de Insurgentes registró lleno en barreras y primer tendido; casi lleno en sol y casi la mitad en sombra. General salpicado. Tras el paseíllo los tres toreros fueron llamados al tercio para recibir la primera ovación dela tarde. Tarde soleada, algo de viento y helada al final.

LOS ENCINOS

Se lidió un encierro de Los Encinos, de Eduardo Martínez Urquidi, muy bien presentado, siendo el séptimo el más basto de cabo a rabo. Primero y cuarto lo mejores; segundo y quinto los peores; tercero y sexto se dejaron. Todos cumplieron ante el castigo del picador. El quito recibió excesivo arrastre lento. Tampoco se espere que los seis toros sean superiores, Los Encinos cumplió muy bien y mantiene su divisa bien en lo alto.

ESENCIA PURA

La historia fue diferente al 3 de diciembre. Esta vez la moneda cayó en cara y Castella salió por la Puerta Grande de la Plaza México. Saludó el de Béziers al público con lances cadenciosos a la verónica y quitó de la misma forma sublime. Por alto y con desdenes inició su labor de muleta, bien ceñido y sin pestañear. Se dio a torear por ambos lados, corriendo la mano con suavidad, pese a que el toro tenía el defecto de salir con la cara arriba por naturales y regresarse en un palmo de terreno por derecha. Castella cambió por brillo los defectos del toro, adornándose al final con trincheras, dosantinas y de pecho que desmoronaron los aplausos. El toro se mantuvo en su nivel, ni más ni menos. Estocada que no bastó y pasaportó de un descabello sin salvarse del aviso. Salió al tercio con gran reconocimiento, ante las carretadas de aplausos. Y ovación cerrada al toro en el arrastre.

Pero el de Francia tenía aún guardado lo mejor para el segundo toro de su lote. Tras quitar por chicuelinas llegó lo grande con la muleta. Arbolero se empleó con calidad y recorrido; y aunque fue de más a menos, Castella aprovechó excepcionalmente los momentos importantes de su socio. El francés se dio a torear de largo, con sentimiento y arte que atesora sobradamente. Hilvanó tandas con pases despaciosos de aquí hasta allá, una vez y otra iba el toro al engañó, embebido en el estilo de Sebastián que derrochó clase y armonía en cada muletazo. A pesar de que el toro no termino boyante, el galo continuó haciendo uso de recursos y adornando su labor con pases de todas marcas ante la pasión desbordada en el ruedo. Para entonces Sebastián ya estaba muy por encima del astado que no terminó a la par de su lidiador. Rubricó con bernardinas y una estocada fulminante que acabó con su rival cual rayo. Por unanimidad se le concedieron dos orejas, sin objeción alguna. Arrastre lento.

DESTELLO AL NATURAL

Octavio García “El Payo” tuvo la otra cara de moneda, el salto se le volteó en el sorteo. Se fue acoplando paulatinamente a su primer toro para provocar su entrega; no se empleó el astado como hubiera deseado el torero ante todo por el lado derecho, sin embargo, ambos se conjugaron por el lado izquierdo en más de tres tandas, que fue por donde el queretano escenificó sus mejores momentos. Con gran carácter Octavio exigió las embestidas al de Los Encinos, extrayendo hasta el último muletazo que por ahí tenía su socio, que para entonces ya había dado de sí. De gran mérito la labor de Octavio. Pinchazo estocada para recibir aplausos.

Deslucido y con la cara arriba fue el segundo toro de su lote, de medias embestidas. Le intentó por todos lados sin encontrar cuadratura, cosa que el público no le perdonó. Pinchazo estocada. Silencio.

INÉDITO

Andrés Roca Rey sigue inédito prácticamente en territorio mexicano y ayer volvió a irse con las manos vacías refiriéndonos al triunfo grande que está buscando en la Plaza México y que no pudo encontrar. Esto, de acuerdo a las tardes memorables que ha escrito en toda la geografía europea y sudamericana. No se ha topado con los toros que le permitan mostrar su toreo y aquí ya se volvió una constante, pero seguros estamos que el día llegará pronto.

Lances de recibo sobrios para saludar a la concurrencia y quitó con chicuelinas y tafalleras anclado a la arena. Se topó con un astado deslucido y reservón, ante el cual hizo lo propio y despacho sin más trámite; estocada soberbia que por sí sola valió la oreja y a petición del cónclave se la concedió el juez. Contrariamente otro tanto se la protestó y cuando se la entregaron mejor se la guardó y dio la vuelta ante el contento general.

Bien se enredó por chicuelinas y quieto por gaoneras en su segundo astado. Ante la muleta el toro se aplomo y solo regalo medias embestidas saliendo con la cara arriba pegando derrotes. Buscó el limeño meter al toro en la muleta pero fue imposible.

Regalo un séptimo, (que no debería contar como oficial por ser fuera de sortero) Regador, del mismo hierro y de impresionante presencia, pero eso fue lo más sobresaliente pues tampoco funcionó.

CON EL ÁNIMO A TOPE

Abrió plaza el rejoneador potosino Jorge Hernández Andrés, ante un toro de El vergel de nombre Centauro, que tuvo con recorrido y se dejó torear. Garate lució en sus monturas colocando en todo los alto rejón de castigo y banderillas; salió animoso y hasta pidió un sombrero al reconocido aficionado “Manolo” para torear a caballo. Concluyó con pares cortas y por desgracia no bastó el rejón de muerte, por lo que tuvo que descabellar. Escuchó aplausos al final.

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