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20, febrero 2017 - 21:38

┃ AP

NBA-NFL-Patriots-

Se trataba de un acto tan rutinario como inofensivo. El presidente en turno contaba algunos chistes, el equipo campeón le entregaba un jersey con su apellido y todos sonreían para la foto.

Pero en una nación polarizada, este acto adquirió mayores tintes políticos.

Es cierto, otros deportistas han desairado antes a algún presidente. Pero el hecho de que seis jugadores que conquistaron el Super Bowl LI con los Patriotas de Nueva Inglaterra se hayan negado a visitar la Casa Blanca, incluso antes de que les llegara la invitación del presidente Donald Trump evidencia los nuevos tiempos.

Y difícilmente será el último acto de este tipo.

“El equilibrio de poderes en el deporte profesional se inclina ahora más hacia los deportistas que hacia los dueños”, consideró Stephen Mosher, profesor de administración y prensa deportiva en el Ithaca College. “Sin una fuerza de trabajo, Robert Kraft (el dueño de los Patriotas) no tendría sino un estadio vacío. Él tiene que permitir que sus empleados hagan estos pronunciamientos políticos si quiere ganar. Tiene que hacerlo. Hay diferentes puntos de vista políticos que tienen los jugadores de la NFL”.

De hecho, Mosher opina que esta realidad “es refrescante”.

Los ‘Pats’ fueron parte del discurso político incluso antes de que remontaran una desventaja de 25 puntos para derrotar a los Halcones de Atlanta en el Super Bowl.

Kraft es amigo de Trump. El quarterback Tom Brady causó controversia después de que una gorra con el lema de campaña del ahora mandatario apareció en su casillero en el comienzo de la contienda electoral.

Y mientras Nueva Inglaterra celebraba la conquista del Súper Tazón, el ala cerrada Martellus Bennett dejó claro que no tenía intenciones de visitar a Trump.

Cinco compañeros han hecho lo propio: el defensivo Devin McCourty, el corredor LeGarrette Blount, el ala defensiva Chris Long, el linebacker Dont’a Hightower y el tackle Alan Branch. La mayoría argumentó que tiene diferencias políticas con el gobierno republicano.

Desde la administración de Ronald Reagan, cuando comenzó la tradición de invitar a los campeones deportivos a la residencia oficial, una veintena de deportistas ha rechazado la oportunidad.

Entre ellos figura Brady, quien no se presentó a la celebración en 2015, por “un compromiso familiar”.

Larry Bird desdeñó la invitación de Reagan después de que los Celtics de Boston se coronaron en la NBA. Luego de ganar uno de sus seis campeonatos, Michael Jordan comentó que prefería pasar tiempo con su familia que departir con George H. W. Bush. James Harrison, linebacker de Pittsburgh, rechazó dos ofertas para visitar la Casa Blanca, tras deducir que no se le habría invitado si su equipo no hubiera ganado el Super Bowl. Estos fueron algunos casos.

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