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6, octubre 2014 - 18:29

┃ Luis García Olivo

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CON la hermandad mostrada entre la Policía Federal y la Selección Mexicana, el Tricolor se transformó en auténticos oficiales y subidos en ostentosas camionetas se dirigieron a trabajar por espacio de una hora en un pequeño estadio del Centro de mando de Iztapalapa.

A la vista de los presentes y las cámaras, los seleccionados y cuerpo técnico subieron a la parte trasera de cinco camionetas para viajar de pie a la cancha a donde entrenaron, misma que estaba abarrotada en sus tribunas, pues miles de elementos de seguridad no perdieron la oportunidad de ver al Tricolor.

Con un sol apremiante, los seleccionados comenzaron a trabajar a las once de la mañana con ligeras labores regenerativas, pues varios de ellos apenas llegaron a la concentración como fueron los casos de Luis Venegas, Alfonso González y hasta Erick Torres.

Trotes alrededor de la cancha, ejercicios de estiramiento y el infaltable “torito” desbordaron los aplausos y las porras entre los oficiales que no perdieron detalle alguno de la práctica, al tiempo de grabar y fotografiar a sus máximos ídolos, entre ellos: Oribe Peralta, Guillermo Ochoa, Miguel Layún y Javier Aquino, pero se quedaron con las ganas de vitorear a Javier Hernández.

Los policías no guardaron la compostura y le entraron al chacoteo, pues no faltó aquel que expresó “¡Oribe, te amo!” o “¡Memo, hazme un hijo!”, desatándose las carcajadas entre los seleccionados.

A lo lejos, Miguel Herrera y Santiago Baños no perdieron el tiempo y observaron a perfección el trabajo de cada uno de los jugadores, pese a que fue un trabajo ligero y hasta este martes se someterán a más intensidad de cara al choque contra los hondureños, con la espera de encontrar el once inicial con el que arrancará contra los de Hernán Medford. (LGO/ Foto: José Luis García)