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7, octubre 2014 - 20:00

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MADRID, (EFE).- En Suzuka se precipitaron los acontecimientos. Fernando pensaba esperar para ver si al final de temporada todo cuadraba como lo había pensado. En su cabeza, la jugada era muy clara: el cambio de asiento con Hamilton y la llegada al equipo dominador de la parrilla. Mercedes estaba por la labor y Lewis, en caso de ganar este año, seguramente habría aceptado marcharse a Ferrari como bicampeón mundial. Lo que no esperaban era lo que sucedió.

Alonso era consciente de que Ferrari había hablado con Vettel. Era algo que había sucedido en las dos últimas temporadas. Hasta el propio Mark Webber lo dijo en público en su día: “No escapa a nadie que Seb está buscando un cambio de aires para vestir de rojo”. Después de cuatro títulos y el añadido de medirse con Ricciardo y quedar en evidencia, el alemán estaba cerca de echar el cierre a su etapa en Red Bull.

Parecía que no sucedería hasta 2016, puesto que todo el mundo daba por hecho que continuaría. Desde Helmut Marko hasta el propio Sebastian lo habían repetido hasta la saciedad.

Pero a partir de Singapur el ambiente se enrareció de tal forma que Marco Mattiacci decidió tomar la iniciativa. Algo pasó también el jueves en la reunión que el italiano y el manager de Fernando, Luis García Abad, mantuvieron en el motorhome de Ferrari en Suzuka. Puede ser que allí se acordara ya la desvinculación del español a partir del año siguiente. O, simplemente, que el sustituto de Domenicali le comunicara que iban a fichar a Vettel. Eso nunca se sabrá.

El caso es que Ferrari ató su futuro en la forma en la que más trastoca los planes del asturiano. Hamilton ya no tiene una salida convincente este año y la opción viró de pronto hacia McLaren o hacia el año sabático.

“He decidido hace un par de meses y los demás se mueven como consecuencia de lo que yo he decidido”, comentaba Fernando el sábado, trasmitiendo aplomo. Era lo que tocaba. Hay ciertas opciones de acabar recalando en Mercedes, porque McLaren no le gusta ni un pelo. Sea como fuere, Alonso no iba a aguantar más en un equipo en el que no hay un mando visible y en el que ya no parecía tener voz.

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