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26, abril 2017 - 8:30

┃ Guillermo Martínez

Juan-Hernández

De niño corría y corría entre las malezas que en ese tiempo había alrededor del deportivo Plan Sexenal.

Ese era su juego, su diversión, su pasatiempo favorito de Juan Hernández; correr.

Pero quiso el destino que un día se encontrará a un extranjero que había llegado a México, para enseñar lo que es la caminata, Jersy Hausleber.

Entonces tímido y estudiante de sexto de primaria, se le acercó y le pidió que le dejara observar cómo ponía a prueba a los atletas.

“Era una gran persona y me dijo que ayudara con el agua. Para entonces además iba anotando cada cosa que les decía a los deportistas. Siempre cargaba mi libreta. Fue así como aprendí de su técnica para la caminata. Me llamó la atención luego de ver una competencia en el Plan Sexenal”.

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Cuando Hernández entró a estudiar la prepa en San Ildefonso, ya sabía lo que deseaba; seguir creciendo a través del conocimiento de Jerzy, por lo que cuando llegó en 1968 al Comité Olímpico Mexicano, ya era su auxiliar preferido.

“Era una cosa excelente porque aprendí la técnica para formarlos en el alto rendimiento. Fui aprendiendo, observando los aspectos, siempre al lado de él. Fue la mejor etapa de mi juventud, porque cuando me separé de él, me sentí satisfecho al comenzar a aplicarlo pero a mi modo y al de los atletas. Gracias a Dios aprendí lo mejor y hasta la fecha continúo. Espero que en Tokio 2020 sea la culminación de mi carrera deportiva como entrenador. Nunca me casé ni tengo hijos. Solo dos hermanas que ellas sí tienen hijas y ya hasta nietos. Así que prefiero después de los Juegos, irme a mi casa a descansar”.

 ARTURO BARRIOS

Ya como entrenador, primero comenzó a preparar a corredores, entre los que se encuentra es Arturo Barrios, considerado entre las leyendas mexicanas, quien en 1989  en el estadio olímpico de Berlín, estableció la marca de los 10,000 con un tiempo de 27’08’’23.

“Tuve temporadas alta y bajas, con atletas con talento y que solo necesitaban que le pusiéramos el trabajo adecuado. Hay algunos que sin tanto qué demostrarles, ya lo traen en las venas, como fue el caso de Arturo, un ser excepcional, disciplinado, obediente y con la mente bien puesta en sus objetivos”.

Mencionó que Barrios llegó con él desde que estudiaba en la secundaria, y así lo fue llevando hasta que terminó sus estudios.

“Él ganó tres pruebas en centroamericanos y por eso en los Estados Unidos lo becaron para que estudiara allá por sus grandes logros. Entonces venía, le explicaba las estrategias a seguir y las hacia muy bien, porque siempre fue entregado a lo que deseaba. Él fue los atletas que comenzaron a traerme libros de otros países y me los traducía para seguir aprendiendo lo que se hacía por allá. De cualquier parte del mundo”.

Hernández siempre formó marchistas campeones mundiales, medallistas olímpicos, panamericanos, centroamericanos, como Daniel Bautista, Domingo y Marcelino Colín, Archi Flores, Enrique Vera, Carlos Mercenario, Alberto Cruz, y Bernardo Segura, quien lo abandonó en la cúspide de su carrera para irse con el entrenador Tadeusz.

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GRACIELA MENDOZA

Él estuvo un tiempo retirado por problemas con un presidente de federación, Raúl González.

“Aunque seguía preparando a deportistas, pero nunca me registré como entrenador porque no me adapté a las condiciones que me ponía. De hecho, un día que llegué a la CONADE para registrar a un atleta, me dijeron que tenía bastantes cheques que nunca cobré. Y así fue, no recibí nada hasta que llegara otro dirigente deportivo. Por eso siempre me han tachado de rebelde, y solo les contesto que me dejen trabajar y resultados les daré”.

Un día, agregó, llegó Graciela Mendoza para que la preparara para unas competencias. Por lo que nuevamente se vio involucrado en la preparación de atletas.

Graciela Mendoza

LUPITA GONZÁLEZ

La platica con Juan Hernández se hace amena, muchas anécdotas y conocimientos.

Hasta que se le toca el tema de Lupita González, con quien por fin encontró la medalla olímpica, que ella ganó en los pasados Juegos Olímpicos de Río, soltó el llanto.

“Estoy feliz por todo lo que había logrado, pero esta medalla fue algo especial y más que lo hizo una mujer que pasó a la historia. Es un sentimiento muy grande, pero a la vez una tristeza porque se sigue cumpliendo la piratería entre los entrenadores. Ya que los hace uno llegar a la cúspide nos abandonan porque los mal-aconsejan. Siempre ha habido mucha basura en el atletismo, que ha sido el cáncer de la marcha. Por eso llega el día que uno se siente hastiado y la verdad, después de Tokio digo adiós”.

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VIAJAR

Dijo que no le gusta viajar porque se encuentra enfermo del corazón.

“Lo hice mucho en el Caribe, que conozco bien, pero ahora me da miedo. Siento que me puede pasar algo cuando esté en las alturas, porque ya me había pasado al faltarme la respiración. Así que ahora por mi edad, ya no lo hago, pero cualquier día lo intentamos”.

Aún así, el profe Juan todavía tiene esperanzas de que la marcha se levante. Solo que pide que haya gente más honesta y trabajadora.

“Porque todo lo que se invierte en el deporte se lo roban los dirigentes. Además de que son huevones. Esa es la palabra, y lo que se necesita es trabajar fuerte para que se vuelva a invertir y se confíe en lo que hacemos los entrenadores honestos”.

Por último, el profe Juan dijo que a quien le gustaría dejarle su estafeta cuando se retire, sería al entrenador Ignacio Zamudio.

“Porque es honesto, disciplinado. Le falta aprender un poco más, pero es de mucha confianza”.