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Mira

23, abril 2017 - 22:26

┃ Miguel Angel García

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POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

FOTOS: CORTESÍA DE TADEO ALCINA

AGUASCALIENTES, Ags.- Con la salida al tercio de los tres espadas tras hacer el paseíllo dio inicio el festejo, imagen que habla por sí sola sobre lo más actual del toreo mexicano. Tres gallos que recién llegaban de Texcoco luego de escenificar actuaciones valerosas y de triunfos contundentes.

Se lidió un fenomenal encierro de Jaral de Peñas, propiedad de Pedro Barroso, del cual destacó el quinto que fue indultado por el matador Diego Silveti, tras una faena de altos vuelos. Y también destacó el segundo, que mereció arrastre lento.

SEÑOR ENCIERRO

Jaral de Peñas dejó la bandera muy alta en la Monumental, con seis toros de impecable lámina que fueron aplaudidos de salida, nobles y bravos, algunos más que otros, pero todos dejándose torear. Tuvieron emoción y recorrido prácticamente los seis, hicieron honor a su casa ganadera. Tarde de toros en la extensión de la palabra.

Sidrero, llegó con gran fuerza al caballo; bueno para la muleta, de más a menos, aplaudido en arrastre.

Cudillero, alegre y con fuerza al picador, bravo y con calidad; arrastre lento.

Bable, excelente para el caballo, regular para la muleta, noble, yéndose a menos.

Infiesto, cumplió en todo.

Tío Julio, un castaño de muy bonita lámina, cumplió bien ante la pica. A más en la muleta, fue indultado.

Piloto, se dejó bien.

El de regalo: Zacatecano, de Santa Bárbara,

GRAN ARTURO

Tras recibir trofeos como el triunfador del pasado serial, saludó a su primer oponente de dos largas cambiadas, aunque luego vino el desarme. Pero continuó de verónicas y tafalleras de buen corte.

Tras brindar a toda la romería, Saldívar se despatarró y dio a torear tirando del toro con extraordinario temple, aprovechado el recorrido largo del también largo toro que parecía locomotora y como tal se dio a embestir, con fuerza, aunado a la calidad, pero yendo a menos su motor.

Aprovechó cabalmente el recorrido que tuvo el astado al inicio, bien lo toreó por ambos lados; al quedarse a menos su socio, Arturo combinó cambiados por la espada y dosantinas, quedándose siempre quieto hasta el límite, hasta recibir una fuerte voltereta. Se repuso y continuó, más engallado, por derecha y dosantinas, cerrando su labor con dos muletazos en los que aguantó enormidades al toro a medio viaje, pero cuajándole el pase y luego el de pecho que hizo reventar de emoción al público.

Bernardinas como colofón lo más ajustadas posibles, seguido de una estocada mal ejecutada, se volvió a perfilar, pero ya el toro se le había hecho de hueso y acertó hasta el tercer intento. Aplausos al toro, al tercio Arturo.

Hasta los quites apareció Saldívar en su segundo astado y en qué forma, realizando zapopinas que rubricó de una larga cambiada de rodillas.

No paró la emoción, ya que con la muleta citó desde el centro del ruedo para ligar el imposible, luego cambiados que subieron de tono las emociones. Lamentablemente el plan del toro era otro y casi de inmediato se fue a menos. Silencio.

Regaló uno de Santa Bárbara, ante el cual cumplió bien.

CORNADA Y TRIUNFO

Salió Diego Silveti al ruedo para demostrar su calidad y valor, dándose a torear por verónicas con la clase que le caracteriza. Tras bregar al caballo quitó por gaoneras haciendo honor al maestro que hasta se asomó desde el cielo; plantado como roble ligó una serie de mucho impacto y reciedumbre.

Con ese gran sabor, tras el tercio de banderillas, Diego comprometió su labor con el respetable. Y vaya forma de iniciar su labor, nuevamente anclado en la arena, para citar en el centro y cuajar péndulos ante una embestida alegre y con raza de su oponente. Acto seguido, el torero de dinastía se dio a torear por derecha de largo y con temple, rematando las tandas barriendo el lomo del toro. Había toro, entendido lo tenía la afición; así lo dejó ver al de Jaral de igual forma por el lado izquierdo. Si bien el astado quizás pedía más muletazos, Diego optó por tandas cortas, eso sí, con consistencia cada una y derramadas por el sentimiento del torero, que toreó con gusto y suma capacidad. Silveti decidió concluir su labor cuando tomaba vuelo, dejando un pinchazo, estocada defectuosa y un descabello. Era de esperarse, el premio se lo llevó el de Jaral, que recibió arrastre lento.

Chicuelinas al centro del ruedo como preámbulo de los quites ante su segundo oponente, han sido de un impacto tremendo, echándose el capote a la espalda para realizar una tanda bien maciza. Pintaba para grande la faena, hasta los subalternos, los tres de su cuadrilla, saludaron en el tercio por su destacada labor colocando los palos y por cómo bregaron al toro. Inició con pases por alto enraizado en la arena, sin pestañear se pasó al toro una y otra vez, hasta que al cambiar por la espalda la muleta, sin ayudado, fue prendido por el muslo, afortunadamente sin aparente consecuencia, aunque no se salvó de la cornada. Ya enrabietado, Diego se dio a torear por derecha y luego al natural en el mismo centro del ruedo, llegando fuerte a los tendidos que ya los tenía en la bolsa. Más naturales de un relieve superior, que remató de trinchera y desdén de pintura. Diego se estaba dando con lo que en verdad tiene como torero. Para la siguiente tanda por derecha la pasión estaba ya desatada y sonó Pelea de Gallos. De ese tamaño la obra del diestro guanajuatense, quien continuó toreando con toda calma, muy entregado, dándole tiempo al tiempo para dejar respirar a su socio por momentos parecía irse a menos. Pero Diego lo consintió incluso, armando su labor con más detalles como desdenes y dosantinas de extrema estructura, lo mismo que las Bernardinas con que remató su labor. El toro continuaba yendo al engaño, realmente rompió a más al final de la faena, La gente se emociono y cuando Diego pretendía despachar pidieron el indulto. La mayoría pedía le fuera perdonada la vida del ejemplar, hasta que así lo consideró el juez. Diego despidió al toro en toriles, con la taleguilla tinta en rojo, ya que el muslo izquierdo lo llevaba abierto. Es por ello que dio la vuelta al ruedo con un torniquete. Y le acompañó el ganadero, para celebrará el triunfo de ambos.

CONTUNDENTE

Andrés Roca Rey, esperado por el público hidrocálido para constatar porqué es la revelación mundial, dejó detalles con la capa en los lances de recibo, rematando de bella estampa al soltar la punta del capote tras una serie de verónicas. Luego, muy sobrio él, ligó gaoneras.

Estatuarios con muletazos por alto fue el prólogo de su faena, que se basó en el toreo clásico, sin bulla ni adornos, señorial y clasicista, que hizo vibrar al público por momentos.

Tuvo que echar pinturería al final, ya que el toro se iba quedando sin gas, por lo que además tuvo que acortar terrenos el peruano y extraer pases de uno a uno, qué han sido los de mayor impacto. Sobre todo las dosantinas y los cambiados por la espalda, en momentos cuando el toro se le quedaba a mitad del viaje. A partir de esto la gente le respondió mejor al torero, quien se animó más aún y hasta aventó el ayudado para cuajar luquecinas y concluir con un desplante deshaciéndose de la muleta quedando a merced del toro. Un acto de mucho valor. Y bueno, dicen que Roca es un cañón con la espada, cosa que patentó dibujando una ejecución perfecta. Gritos de ¡torero, torero! Tras petición mayoritaria, cosa que motivó al juez para mostrar los dos pañuelos, premiando con dos orejas al peruano. El toro fue ovacionado en el arrastre.

Ante el segundo toro de su lote la intensidad no bajo un gramo, ya que el peruano volvió a realizar una faena de excelente corte, aseada, para el público exquisito. Esta ves las florotiras no fueron lo que encendió al público, no hubo tiempo de eso; labor corta, pero muy precisa. Estocada con leve petición de oreja y todo quedó en una salida al tercio.

INCIDENCIAS

Diego Silveti sufrió una cornada en el muslo izquierdo, cara posterior, por lo qué pasó a la enfermería donde fue intervenido. Parte médico reservado.

Hay que destacar la actuación de los subalternos, que salieron al tercio cinco de los banderilleros.

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