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Mira

18, mayo 2017 - 11:19

┃ ESTO

Nota-Espectaculos-Cannes-

POR ALEXIS GRIVAS

ENVIADO ESPECIAL DE OEM

Brillante y fastuosa resultó, tal y como se esperaba, la ceremonia de inauguración con la que el festival celebró  ayer su 70º aniversario.

La gala, donde la apantalladora Mónica Bellucci dominó en su papel de maestra de ceremonias, lució con todo el esplendor habitual en este certamen, desde las estrellas, el tapete rojo de 60 metros de largo y 4 metros de ancho que cubre los 24 peldaños de la escalera del palacio del festival, la enorme foto de la mítica estrella italiana Claudia Cardinale bailando en el póster oficial que domina el mismo palacio y la gran sala Lumiere de 2,300 asientos donde se presentan las películas en competición, mientras que en el Mercado del Film, que se inaugura hoy, se esperan nada menos que 13,000 asistentes, entre compradores, vendedores, representantes de festivales y delegados de industrias fílmicas de todo el mundo, entre ellos productores, distribuidores y exhibidores mexicanos. También presentes Iván Trujillo, del festival de Guadalajara, y la encargada de su mercado, Estrella Araiza; además de representantes de los certámenes de Morelia y Los Cabos, como el equipo del Imcine, aunque esta vez sin Jorge Sánchez, retenido en México por varios asuntos urgentes surgidos de último momento.

Se desmintió por otro lado el rumor de que el recién elegido presidente francés Emmanuel Macron podría estar presente por unas horas aquí, mientras que tampoco se apersonó su ministra de cultura Francoise Nyssen, y con razón: el anuncio de los integrantes del nuevo gobierno del primer ministro Edouard Philippe se hizo público apenas tres horas antes de la inauguración del certamen. Nyssen estará presente sin falta por lo menos en la clausura del certamen, el domingo 28, siguiendo con una vieja tradición en un país donde el Estado regula y apoya de manera decisiva a través de medidas legislativas su cinematografía nacional.

Todo sería perfecto si la película francesa escogida para abrir el telón fuera de competencia. Sin embargo resultó decepcionante, y esto tratando de ser gentil y no hablar de un verdadero descalabro.

Se trató de “Los fantasmas”, de Ismael de Arnaud Desplechin, un cineasta-autor cuya filmografía contiene obras bastante interesantes (Reyes y Reina, Un cuento de Navidad, Tres recuerdos de mi juventud), algunas de ellas estrenadas en competición en este festival.

La trama que se presenta bajo la forma de una película que se desarrolla dentro de una otra, trata de un realizador en vías de preparación y/o realización de su nuevo film, esto nunca queda claro siendo uno de los muchos puntos dudosos y no definidos en el film, y quien ve su vida personal afectada por la reaparición de su esposa, desaparecida y oficialmente dada por muerta desde 20 años ya, y quien reaparece para reclamar a su marido, quien tiene ya una otra y feliz (?) relación. La duda sobre la felicidad de su vida con su pareja actual resulta también por el carácter mismo del personaje del realizador dado a la angustia, la bebida y la dudas de la actividad creativa…

Hasta aquí todo esto suena como una trama clásica para un drama  sentimental que podría prometer teniendo además como intérpretes principales a actores como Marion Cotillard (la esposa), Charlotte Gainsbourg (la pareja), Mathieu Amalric (el realizador) y Louis Garrel en el papel del hipotético hermano del realizador alrededor del que se estructura la película que el realizador prepara y/o está rodando. Se habrá quizá entendido por estas dudas que la película, tanto a nivel de guion como de realización se presta a varias interpretaciones-anotar que quizá una de estas seria su carácter autobiográfico basado en las experiencias del mismo Desplechin.

Lo malo es que Desplechin, el mismo co-guionista, parece no poder controlar y combinar  de manera armónica los diferentes niveles y tiempos en los que pretende desarrollar su película. Así de algo que en principio parece ser un melodrama, pasamos al terreno de lo fantástico-hiperrealista y de allá al grotesco concluyendo con una final que casi parece sacada del cine directo de registro testimonial y documental.

La película conforme avanza se vuelve inverosímil, la trama poco clara y las situaciones rozan con el ridículo. En definitiva los personajes resultan poco creíbles y el espectador, a pesar de toda su buena voluntad-el mismo Desplechin es de carácter muy amable y se le considera un buen director de actores…-deja de interesarse a lo que sucede simplemente deseando que este mal rato concluye lo más pronto posible.

En lo que sin duda coincidimos la gran mayoría de los críticos y periodistas que vimos el film en la función especial para la prensa es que este no es definitivamente el tipo de película que conviene para la abertura del certamen y aún más en este año aniversario a pesar de que se puede entender el interés de sus directivos en rendir honores el cine nacional confiándole en esta especial ocasión el privilegio de lanzar el festival.

Resulta que las películas tradicionalmente escogidas para este fin suelen ser por un lado lo suficiente atractivas, o sea “populares” para el público de notables, oficiales y gente de negocio de cine que es invitado a este tipo de galas a la vez que deben tener un mínimo de atributos “artísticos” que les permiten contar con el beneplácito de los críticos cinematográficos y de los cinéfilos. En este caso me temo que ninguna de las metas está alcanzada.

Entre las pocas películas estrenadas ayer -algo acostumbrado el primer día del certamen-, interesante resultó el documental “Dolor del mar” (“Sea Sorrow”) con el que la célebre actriz británica de teatro y cine Vanesa Redgrave pasa por primera vez por detrás de la cámara para presentar a su manera el drama de los refugiados de Oriente Medio/conflicto sirio, Asia/Afganistán, África, quienes inundan a Europa con su llegada en travesías con alto costo humano y muchos muertos. Rodado en Grecia, Italia, Líbano, Inglaterra y otros países de Europa central enfrentados a la llegada de los inmigrantes, Redgrave, ampliamente conocida por su militancia para causas políticas progresistas y de izquierda, apoyada por renombrados actores como Ralph Fiennes, Emma Thompson y activistas británicos da la palabra a los inmigrantes desheritados y hace un apasionante llamado a la solidaridad de las sociedades de los países donde acuden los inmigrantes. Si la factura del filme no ofrece algo especialmente notorio y/o novedoso su inclusión dentro de las presentaciones especiales del programa oficial y el alcance de la presencia de Redgrave hacen que el estreno de la película aquí bien puede aportar su piedrita a un esfuerzo que se perfila difícil y de largo alcance.

Mientras dentro de las salas pasamos de lo político a lo mundano, afuera, en la Croisette y en toda la ciudad, las medidas de seguridad para prevenir todo acto terrorista son verdaderamente impresionantes, contando con miles y miles de agentes en uniforme y en civil, vigilancia por aire y mar con helicópteros, unidades de marina, francotiradores apostados en puntos críticos, dobles y triples controles a la entrada de palacio del festival y aunque todo esto se ha montado y opera con la precaución de no afectar el desarrollo del certamen, el hecho es que Cannes este año tiene el aspecto de una ciudad amurallada por los servicios de seguridad tanto públicos como privados.