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13, junio 2017 - 11:00

┃ Luis García Olivo

Nota-Fut-Kazan-

 

La joya rusa invita a recórrela por tren, auto o metro, pero no hay nada mejor que respirar sus calles, detenerse por cada esquina,  observar los detalles de la gente, los colores  y  comercios, en sí, conocerla a través de la peatonal más popular de la ciudad,  la famosa “Baurnan Street”.

Aquí confluyen todas las clases sociales de Kazán, desde la alta que se dirige a sus corporativos hasta los desempleados que se ganan algunas monedas con alegres melodías, ya que la calle atraviesa gran parte de la ciudad que va del Oeste al Este.

En ella miles de personas se desplazan a sus actividades, ya sea al trabajo, al transporte o simplemente para conocerla, pues hay variedad para todo tipo de personas. Existen los populares  restaurantes en donde es una obligación consumir café o té, el refresco es para otra ocasión. También hay lugar para los que profesan alguna religión y son varias las iglesias e incluso mezquitas que se contabilizan por la calle.

Plazas, fuentes y bancas son puntos de freno para observar el transitar de la gente que va de un lado hacia otro, demasiados jóvenes le dan impulso a la ciudad,  son los que se cuentan en mayor número en relación a los adultos o ancianos, ellos dominan y sus destinos son una de las 30 universidades que hay en la joya rusa.

El turibus es otra opción para recorrer gran parte de la transitable calle, pero los aventurados desean hacerla por su propio pie. Los parabuses sirven de descanso y de espera con el transporte público, pero también para emocionarse de cara a la Copa Confederaciones y más con los posters gigantes del propio Tricolor en donde Chicharito luce con los rayos del sol.

El ir y venir es constante, pero el logo y la mascota del Mundial de Rusia 2018 es una pausa obligada. La foto es el mejor pretexto para también admirar la belleza kazana, la perfección de las mujeres rusas.

Pareciera que todas ellas fueran muñequitas de porcelana o modelos en plena pasarela, su color de piel, la altura y complexión las hace imán de las miradas y no solamente por parte de los varones, sino atraen los vistazos femeninos en su afán por la vanidad.

Serias y sin sonrisas recuerdan que los rusos son demasiados fríos, pero a días de la Confederaciones se deberán familiarizar en todos los aspectos. Letreros en ruso, fachadas antiguas, galerías de arte y restaurantes llevan de la mano hacia las orillas del río Kazanka y el sensacional Kremlin de la ciudad, un recorrido fantástico de aproximadamente una hora y media.

El olor a té, la limpieza de las calles, el cálido sol, la belleza de las kazanas y las matrioshka gigantes vuelven único y placentero el recorrido, no se compara en nada a lo caótico que significa caminar con Madero en la CDMX, Times Square en NY o la avenida paulista en Brasil, acá todo es calidad.

La noche más corta

Adaptarse a Rusia es una tarea complicada de aquí a toda la Copa Confederaciones, ya que el horario nos hará trabajar con el reloj mexicano y vivir con el tiempo ruso, tareas complicadas si tenemos en cuenta que la noche, desde estas latitudes, es demasiado corta.

El día claro en Rusia vaya que dura y parece que son más de las reglamentarias, pero la oscuridad reina escasas horas en el paisaje. Así que los sueños nocturnos son demasiado cortos.

Por raro que parezca anochece a las 20 horas del tiempo local y amanece a las 2 de la madrugada, son seis horas de oscuridad.

A las 2 de la mañana se abre el alba y en el cielo comienzan aparecer los rayos del sol. Situación demasiado rara para aquellos que no toleran la luz a la hora de dormir, se necesita de buenas persianas o cortinas firmes para impedir los rayos del sol.

Eso sí, la ciudad sigue dormida. No hay movimiento de personas o autos en la calle, todos siguen en casa pese a la luz que reina en casi toda Rusia.

Los anuncios luminosos se apagan, las aves comienzas hacer de las suyas con ruidos constantes y el que goza de un profundo sueño, aquí en Rusia le costaría trabajo dormir. En Rusia reina el sol y la noche tiene las horas contadas, de los sueños ya ni hablamos…