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30, junio 2017 - 19:59

┃ Luis García Olivo

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POR LUIS GARCÍA OLIVO

Gran responsabilidad es la que carga Juan Carlos Osorio en una nueva derrota con el Tricolor, pero el jugador también cuenta y mucho.

El técnico colombiano “inventó” puestos a futbolistas en donde habitualmente no participan como en el caso de Alanís al colocarlo por lateral izquierda cuando se desempaña en la central, también es cierto que las lesiones de Diego Reyes y Carlos Salcedo lo dejaban mal parado ante el desafío germano.

También es cierto que siempre estará la duda del por qué no alineó a Carlos Vela cuando firmó una gran temporada en su club español y en la propia Confederaciones al ofrecer duelos de calidad. Otra cuestión sin entender fueron las salidas de Jonathan y Aquino, quienes al momento eran los elementos más rentables junto al “Chícharo”.

De esa y otras cuestiones es responsable Osorio y es normal que pidan su cabeza, pero…

¿Y el jugador qué? ¿No es responsable?

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Claro que también y mucho. No es posible que no entren enchufados y conectados desde el primer minuto de juego y más en un duelo tan trascendental como en una semifinal de la Copa Confederaciones, el segundo certamen con mayor relevancia después del Mundial.

La defensa mexicana sufrió desde el minuto uno hasta el agregado. Siempre fueron rebasados por los alemanes, les ganaron las espaldas y con la mano en la cintura los hicieron ver mal sin importar que fueran “europeos” como en el caso de Moreno y Layún.

De Alanís ya ni hablar, el campeón de México con Chivas, recordará por siempre uno de sus peores partidos con el seleccionado nacional. Además de ellos, Chucky Lozano, Giovani dos Santos, Raúl Jiménez y Héctor Herrera ofrecieron poco o nada en un duelo donde tenían que dejar la última gota de sudor.

En los goles, Memo Ochoa no pudo hacer nada, es más todavía atajó otro par de manifiestas.

Los únicos que se salvan de la eliminación en Sochi son Javier Hernández, Jonathan dos Santos y Javier Aquino, quienes corrieron por todos lados con el deseo de hacer daño. El Chícharo se puso el overol, la hizo de todo, corrió, atrajo marcas, estuvo cerca de anotar y siempre fue el hombre más peligroso.

Es normal “pegarle” a la cabeza, pero los soldados también fallaron y mucho. Golpe de realidad para los “europeos” que se dicen ser la diferencia.