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Mira

2, julio 2017 - 20:10

┃ EFE

Marcel-Kittel

LIEJA, Bélgica.- El alemán Marcel Kittel (Quick Step) aumentó a diez victorias su palmarés en el Tour de Francia tras imponerse en un alarde de fuerza en la segunda etapa, disputada entre Düsseldorf y Lieja, de 203 kilómetros, en la que el británico Geraint Thomas (Sky) mantuvo el maillot amarillo.

La etapa entre Alemania y Bélgica, con meta en la simbólica Lieja, sede de la clásica “Decana”, era un llamamiento a los sprinters, y puntual acudió Kittel, el gigante de Arnstadt, para hacer una exhibición que le permitió levantar los brazos por décima vez.

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Lágrimas de alegría para el germano, quien con un tiempo de 4h36:39 cerró el acceso a la gloria al francés Arnaud Demare (Francaise) y a su compatriota André Greipel (Lotto Soudal).

Un sprint desordenado, sin control claro por los equipos aspirantes, si bien el Quick Step supo colocar a Kittel en lugar idóneo para batirse el cobre con el resto de cohetes del pelotón. El resto lo hizo el alemán, quien se lanzó de lejos, sin respuesta posible.

También fue la décima victoria de la temporada para Kittel, que añade a sus cuatro triunfos en el Giro y uno en la Vuelta. Y de premio el salto al tercer lugar de la general, que mantuvo a Thomas al frente con cinco segundos de adelanto sobre el suizo Stefan Kung (BMC).

En el Tour jornadas de transición pura no existen, suelen decir los favoritos de la prueba. Siempre hay sustos. Que se lo digan a Alejandro Valverde y Jon Izagirre, postrados en el hospital de Düsseldorf tras sus percances en la crono.

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En el segundo asalto los gallos mantuvieron sus posiciones en la general. Froome sigue siendo el mejor entre los mejores, sexto, con más de medio minuto sobre los Porte, Quintana, Bardet y Contador. Pero hubo sobresalto, y fuerte. Una caída a falta de 29 kilómetros derribó al líder del Sky.

Se levantó Froome con el culotte rasgado, inyectado de orgullo e impulsado por sus compañeros, hasta alcanzar a un pelotón que no quiso hacer sangre con el triple ganador del Tour. Esperaron al jefe, de lo que se aprovechó también el francés Bardet.

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