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Mira

17, agosto 2017 - 12:37

┃ Guillermo Martínez

Adriana jimenez

Extiende los brazos. Habla consigo misma y con el viento. Después se lanza al vació a una velocidad de 85 kilómetros por hora.

En dos segundos Adriana Jiménez debe desafiar las leyes de la gravedad y alcanzar un salto perfecto desde los 20 metros de altura.

Algo temerario para una menuda mujer de 1.65 metros de estatura.

Sólo un trampolín sabe de la fuerza de voluntad de la mexicana que ha alcanzado el éxito con una medalla de plata en el Campeonato Mundial de Natación de la FINA y plata en el Serial de Red Bull.

Sabe que un mal impulso puede ser fatal.

Así que primero mide las pulsaciones, la fuerza del aire y las olas del mar.

Busca la altura perfecta para alcanzar a realizar la variedad de maniobras que se requieren para no perder el pulso, el control.

Adriana lo sabe. La ejecución le da tranquilidad.

Mientras que el mar la recibe con los brazos extendidos. Obtiene una calificación de 110 puntos a nivel mundial. Queda rankeada como la número dos.

“La medalla llegó en el momento indicado. Fue muy intensa la preparación, pero te sabe mejor cuando cuestan mucho trabajo las cosas. Era un sueño que esperaba. Cerraba los ojos todas las noches queriendo la medalla, sin importar el color. Por fin se hizo realidad. Trabajé mucho, sobre todo este año, a conciencia y agradecida por el apoyo de mi familia y el equipo multidisciplinario”.

Con tres años en los saltos de altura comprendió el valor de ser una mujer exitosa.

“Desde el 2014 que comencé en el Serial de Red Bull me quería comer al mundo. Ahora me siento muy plena, consciente de todo lo que me ha pasado para alcanzar el objetivo y ahora disfrutando con mi familia porque fueron parte de este triunfo”.

Así fue formando una burbuja donde sólo era ella en el momento de hacer bien los clavados.

“Cuando voy a tirar los clavados no pienso en nada ni en nadie, solamente en los movimientos correctos que debo hacer. La mejor compañía es una misma en esos instantes, junto a los latidos de tu corazón que te señalan que debes sacar lo mejor de ti y ejecutar lo aprendido en el trabajo diario”.

BALLET Y GIMNASIA

De niña, Adriana ensayaba ballet y gimnasia.

Siempre caracterizada por su conquistadora sonrisa, fue consentida por sus entrenadoras que veían cómo se empeñaba en hacer las cosas.

Traviesa y soñadora, las batallas en el deporte comenzaron desde muy pequeña.

Así se involucró posteriormente en los clavados, tanto en sincronizados como en individual, en la plataforma y el trampolín.

“La vida me llevó a esta disciplina. No sé ni cómo entré a las instalaciones de la Alberca Olímpica Francisco Márquez. Me hicieron una prueba en la fosa de clavados, y mi primer salto fue un desastre. Lloré mucho a mis ocho años de edad por ese error. Pero a partir de ahí, un año después gané lo que fue la primera Olimpiada Nacional. Di la sorpresa y pronto comenzaron las competencias nacionales e internacionales… Y vinieron los logros”.

 

A los trece años fue llamada al Comité Olímpico Mexicano para formar parte del proyecto del entrenador Francisco Rueda, que reunió a los mejores talentos de México, entre ellos Rommel Pacheco, Paola Espinosa, Jashia Luna y Tatiana Ortiz.

“Fue una experiencia porque comienzas a vivir sola, con tus compañeros, entrenamientos y escuela. El nivel de todos subió muy rápido para ir a competir a Mundiales y Centroamericanos. Después me cambié con Jorge Rueda, que fue como mi segundo papá. Siempre les he caído bien porque me la pasaba cantando, bailando, jugando y haciendo los entrenamientos con mayor profesionalismo. La verdad tuve una infancia muy feliz”.

ETAPA PROFESIONAL

Adriana siempre tomó sus propias decisiones con madurez, poniéndose retos que también abarcaron derrotas de las que supo sobresalir.

“Clasifiqué a los Juegos Olímpicos de Atenas, pero no me llevaron porque la plaza se la dieron a otra compañera. Fue una decepción que me alejó de los clavados. Entonces me dediqué a terminar mi carrera de licenciatura deportiva”.

Hasta que un día volvió a sentir la chispa de las competencias. Y entonces tomó las riendas de los clavados de altura, gracioas a los que ha recorrido parte del mundo compitiendo y dando la cara por México.

“Me invitaron a un show de altura y lo hice para tener un cambio en el deporte. Así comencé a tirarme desde los 20 metros. Desde ahí me apoyó la Federación Mexicana de Natación, Red Bull, Conade y el COM. Pasé los procesos y tuve mi primera parada de la Serie Mundial en Texas. Hasta lograr el objetivo de estar en el podio internacional”.

CERRAR EL AÑO

Ahora la clavadista cerrará el año con la Serie Mundial que incluye Texas, Bosnia y Chile.

“Obviamente que me encuentro más tranquila. Con más confianza conmigo misma para seguir disfrutando el deporte, las competencias, y esperar mejores cosas personales. Casarme y formar una familia”.

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