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Mira

18, agosto 2017 - 16:55

┃ Guillermo Martínez

nota-lupitagonzalez

No pudo utilizar los golpes que había aprendido en el boxeo porque siempre le ha gustado el deporte limpio.

Aunque estuvo encajonada por sus rivales chinas, la marchista Guadalupe González seguía su ritmo bajo un sol a 28 grados En Pontal, Brasil, en sus primeros Juegos Olímpicos.

Siempre firme en sus objetivos, ese día los recuerdos le llegaron a su mente: la soledad de levantarse temprano para ir a correr sobre las carreteras, evadiendo autos y motociclistas que pasaban a gran velocidad a su lado. Su familia humilde, a la que esperaba un día ayudarles en el sustento de la casa. De su hermana Leticia con la que a veces jugaba a las muñecas.

Pero sobre todo, de sus primeros pasos en el boxeo. De la vez que supo lo que son unos guantes y aprender los jabs, uppercout, swing, volea o hook.

Bases que deseaba utilizar durante la competencia de los Juegos. En esos 20 kilómetros donde las rivales la encajonaban, la codeaban y querían sacar de la jugada. Pero Lupita no podía desaprovechar su primera oportunidad olímpica. Aunque estaba sola, porque su entrenador Juan Hernández no la pudo acompañar.

Después supo que todo un país estaba al pendiente de lo que hiciera. Era de las favoritas de la delegación mexicana para subir al podio. Así que además se aferró a completar su sueño. Siempresiendo atacada durante la competencia, sabía que el deporte es valor, fuerza, tenacidad, y quería ganar limpiamente.

Así que dejó de lado lo que sabía de boxeo.

Ella se enfocó al atletismo precisamente por una lesión en sus rodillas entrenando esta disciplina. Primero en los 400 metros con vallas, después en la marcha, misma que no le gustaba por la forma de “mover las caderas”, además de su timidez.

Lupita González luchó contra todo. E hizo el milagro de conquistar una medalla de plata. Convirtiéndose en la primera mujer mexicana en lograrlo. Pero además, con la rodilla destrozada por el esfuerzo.

Mientras en México la gente lloraba por su hazaña, mientras el país agradecía a esta pequeña mujer su histórica participación y su humildad, ella lloraba porque no podía caminar y tenía miedo de que ahí terminara su carrera deportiva, después de haber alcanzado un crono de 1:28’42’’.

Ahora, a un año de esa medalla plateada para la mexiquense, Lupita continúa cosechando más triunfos. Le llena de orgullo que internacionalmente sea una rival a vencer y la tomen muy en cuenta sus rivales en las competencias. Al recordar aquella hazaña, María Guadalupe González Romero comenta: “Creo que les debí un poco en la final, porque sé que mi país deseaba el oro”.

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