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16, septiembre 2017 - 22:03

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CRÓNICA

La maldición rojiblanca sobre Pumas en Guadalajara se mantuvo gracias a un gol de antología del joven Jesús Godínez. Anoche, Pumas acarició la gloria en suelo tapatío, como pocas veces en los últimos años, amparado por un pifia de Rodolfo Cota en el ocaso del primer tiempo; sin embargo, Jesús Godínez y su orgullo rojiblanco alcanzaron la paridad en los albores del complemento con un poema al ángulo, que le permitió a Chivas alargar su paternidad en contra de los universitarios.

A pesar de que la batalla culminó 1-1, el vigente campeón revalidó en casa su despertar futbolístico con un buen desempeño, mientras que los del Pedregal y su malaria se extendió a 40 partidos sin éxito: 17 derrotas y 23 empates. Con una actuación deslucida y otra penuria que solamente se maquilló con un error de Cota y la valentía de Gerardo Alcoba.

EL JUEGO

Empujado por su afición, volcado hacia el frente por su dinamismo y vestido de verde, blanco y rojo como dicta su tradición. Jamás se vio tan mexicano al Guadalajara en una cancha de futbol. El arranque fue voraz, Chivas se adueñó del esférico y lo paseó por todo su césped, mientras que Pumas se dedicó a perseguirlo, a correr sin el balón y a cortar los avances tricolores con infracciones, algunas innecesarias. Carlos Fierro se avivó con la tibieza universitaria y sacó un disparo colocado que asustó a Saldívar en los primeros minutos; la de gajos pasó a un lado del arco.

Era un vendaval sobre Pumas en la casa de Chivas, no sólo la lluvia apagó cualquier intento de los visitantes. Por si fuera poco, en un rincón del recinto era silenciada la Rebel cada vez que se animaba a alentar a su equipo con el ¡Goya!, Goya. Más tarde, Oswaldo Alanís mandó un trazo como con la mano para la cabeza de Ángel Saldívar, pero un atajadón del guardameta felino evitó la caída de su marco.

Sergio Egea, vivió con frustración el inicio de sus pupilos, reclamó al juez central cada una de las acciones en su contra. Además, el ataque auriazul era desangelado, simplemente no había peligro para Rodolfo Cota. Todo lo ganaban las Chivas, todo lo perdían los visitantes. Un remate con la testa del “Gato” Formica a las manos del portero rojiblanco, era lo más peligroso en media hora de juego.

Sin embargo, el guión de un partido de futbol se puede modificar en cualquier momento, en un instante, en un parpadeo. Esta vez se movió a través de una jugada a pelota parada, que no tenía veneno, pero contenía el antídoto para liberarlos de una histórica paternidad. Otra ejecución en tiro de esquina, Formica se suspendió en el aire y cabeceó al cuerpo de Cota, el arquero escupió con el pecho en un grave error, y solamente tuvo que puntear Gerardo Alcoba para batir las redes tapatías. Pumas se puso al frente en la pizarra en su segunda aproximación, con la garra de su charrúa, con el orgullo de su zaguero central, porque era la única chispa de un equipo sin dirección tras 45 minutos. Parecía injusto el marcador al medio tiempo, pero nada impidió su llegada al ecuador del partido.

La famosa justicia divina apareció en los albores del complemento, Guadalajara ejerció tanta presión en cancha de Pumas que era casi imposible sostener la mínima ventaja, sobre todo cuando la propuesta ofensiva de la visita era nula, todos sus hombres estaban plantados en propio terreno, como resignados al avasallador embate tapatío. Matías Almeyda realizó un par de modificaciones; ingresaron Jesús Godínez y Orbelín Pineda. No habían pasado ni cinco minutos cuando el joven Godínez, de tan sólo 20 años, conectó el balón fuera del área y la colocó en el ángulo superior izquierdo de Saldívar. Un tanto de antología que estalló al recinto rojiblanco.

Nunca hubo respuesta de los capitalinos, tan desaparecidos como en el primer lapso, tan heridos como desde algunas semanas, rendidos a la verticalidad del Chiverío, que con sus colores tricolores presumió su mexicanismo. El final del partido regaló el grito de ¡Chivas, Chivas! en cada rincón de su escenario. Al Guadalajara le faltó tiempo para conseguir la remontada, también un poco de puntería, pero a los Pumas su orgullo universitario, apelar a su grandeza, toda vez que en la agonía sólo un hubo una escuadra que fue por los tres puntos: Guadalajara. El silbatazo final llegó y la paridad ya no se modificó (1-1), faltó la agresividad de Pumas para que fuera un duelo de garndes. Empate que sirve de poco a ambos, pero extiende la maldición de los visitantes en el hogar del Rebaño, 35 años, siete meses y contando…la chilena de Manuel Negrete parece quedar parada en la eternidad.

MxM

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