La vida poco a poco comienza a retomar su rumbo cotidiano. Es verdad, en las miradas de los jugadores de Lobos BUAP aún se aprecia una dosis de temor y dolor, mas, sobre todo, mucha ilusión para aportar desde su trinchera.

La ayuda no va a parar, lo dejaron claro. Sin embargo, también quieren llevar una pequeña alegría a la gente damnificada del estado de Puebla. Una pequeña distracción necesitan, no solamente pensar en lo malo, por complicado que suene.

Lobos llegó de lo más profundo del Ascenso MX para intentar consagrarse en la división de oro. Son un ejemplo de lo que debe pasar ahora en su entidad. Levantarse y no volverse a caer. El último triunfo de los Licántropos en el puerto de Veracruz ensalza más la valentía y coraje de los futbolistas de la manada.

Saben de sus condiciones y de su unión. En Guadalajara van a ir por los tres puntos. Ganarle al campeón siempre viste muy bien.

Sobre todas las cosas, un triunfo los va a acercar a los objetivos. El primero, sin duda alguna, es mantenerse en la Primera División. El segundo, entrar a la Liguilla para facilitar la permanencia.

El plantel se ha visto mermado, pero a ellos nada les importa. Quizá Julián Quiñones era el hombre gol, pero tienen material humano y futbolístico para suplirlo. La institución y los valores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla están por encima de todos. Rafael Puente del Río lo ha dejado claro en más de una ocasión. Así lo hacen saber también los futbolistas.

Por supuesto, las fotos no faltan en los pasillos aeroportuarios, pero gozan cierta dosis de anonimato. Los transeúntes posan y luego preguntan “¿Quién es él?”, así podrán presumir la postal en casa o con los amigos.

Poco a poco se pierden los jugadores en los pasillos del inmueble. Subieron a un avión que los llevará por los cielos. Justo a donde quieren llevar al equipo. Justo a donde el estado de Puebla debe erigirse.