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Mira

22, octubre 2017 - 15:45

┃ EFE

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El Real Madrid ganó 3-0 al Eibar y sobrevivió a su propia espesura en una encuentro sin ritmo, con poco brillo y que sólo se agitó con la salida al campo de Karim Benzema, que en la última media hora dio más sentido a la victoria blanca.

Después del gasto ante el Tottenham, el cuadro madridista tenía la misión de mantener la intensidad ante un equipo menor que planteó un encuentro alejado de la racanería que provocó una actuación gris del Real Madrid hasta la salida de Benzema, halagado hasta la adoración por Zidane en la víspera y en el banquillo desde el principio.

Aunque apenas consiguió amedrentar a Kiko Casilla, el Eibar consiguió despertar los fantasmas del Levante, Betis y Valencia, equipos que este año amargaron al público del Bernabéu. Pero esta no era una jornada para otro sobresalto. Ese riesgo de Mendilibar estaba destinado a caer. Fue valiente, pero tal vez demasiado.

El Real Madrid, sin Benzema en el once (Zidane dijo en la víspera que era el mejor “con diferencia”), y con muchos cambios (Theo, Dani Ceballos, Nacho y Asensio entraron en el once), no ofreció una imagen nítida durante el acto inicial. Tal vez, si el Eibar se hubiese encerrado, se habría estrellado por una falta de fluidez evidente.

Tal vez la ausencia de Benzema, el arquitecto ofensivo del Real Madrid, mermó las ideas blancas. Ese 2-0 fue suficiente para apuntalar la victoria en una segunda parte que mantuvo el guión. El Eibar siguió a lo suyo, a por su rival, y el Real Madrid sin encontrar el camino.

En ese desarrollo, Isco pudo hacer el tercero, pero de nuevo se encontró con el portero del Eibar, mientras que Inui reclamó un penalti de Casemiro que parecía claro. Entonces, Zidane, tal vez cansado, sacó a Benzema con media hora por delante.

El delantero francés reactivó el juego blanco y llegaron más ocasiones. Falló una Luka Modric, otra Cristiano (de nuevo peleado con el gol y con el mundo) y otra el mismo Benzema.

Pero no hubo mucho más, sólo el tanto testimonial al final de Marcelo tras un taconazo excelso de Benzema que certificó una victoria sin brillo y de trámite.

El protegido de Zidane dio la razón a su entrenador. Inició el tanto de Marcelo en el centro del campo, mostró todos sus registros y demostró que es más que un simple goleador. Y el Real Madrid acabó la noche feliz.