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12, noviembre 2017 - 22:46

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POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

FOTOS: ALEJANDRO VILLA

El último festejo de la Temporada Novilleril tuvo como principal protagonista al novillero hidrocálido José María Hermosillo, quien convenció muy bien al público de la Plaza México con un toreo de calidad; pudo haber cortado un tanto igual de orejas ante su primer astado, sin embargo, lo más redondo fue con su segundo, al que terminó por cortarle las dos orejas y con ello salir a hombros para finiquitar con broche de oro la campaña menor del gran coso.

Sus compañeros, de la misma escuela de Espectáculos Taurinos de México, no corrieron con la misma suerte; Juan Padilla no logró acoplarse en su lote, yéndosele vivo su primer astado. Mientras que Héctor Gutiérrez tampoco terminó de entenderse con sus oponentes y pasó de puntitas. Un cartel de triunfadores que no hacía mucha inquietud, salvo Hermosillo que supo justificarse, ya que de todos los actuantes en las novilladas con picadores bien se le pudo dar continuidad a toreros no precisamente de las grandes escuelas taurinas, sino a quien verdaderamente mostró capacidades y de éstos hubo varios.

Previo al paseíllo se rindió un minuto de aplausos en memoria del maestro Miguel Espinosa “Armillita”; clima fresco, poco viento.

DOS NOVILLOS DE BANDERA

Se lidió un encierro de Las Huertas, destacando sobradamente los lidiados en primero y cuarto lugar, que brillaron por su nobleza, fijeza y calidad en la embestida. Novillos de dulce para el toreo caro, de gran fondo ambos astados, que sierpe llevaron los belfos arando la arena. Los dos novillos fueron aplaudidos con fuerza en el arrastre y si me apuran al juez se le pasó de noche algún premio para este magnifico dúo. El segundo, demasiado enrazado, puso orden en el ruedo y nadie le pudo; tercero se dejo meter mano sin problema; el quinto llegó mermado de facultades al tercio final derivado de una vuelta de campana y el sexto fue el que menos opciones ofreció. Variados en presencia.

SALVÓ AL COLEGIO

Saludó José Maria Hermosillo con lances a la verónica, meciendo los brazos con cadencia y quitó por tafalleras de gran empaque. Tras pedir permiso a la autoridad, se comenzó a enredar muy bien con el novillo, llevado la mano muy abajo para ligar una tanda por derecha de gran calidad hasta que el animal le pisó la muleta. Recompuso para volver atacar el lado derecho del astado, hilvanando otra tanda de buen calado, aunque rematada sin la misma intensidad. Probó por el pitón izquierdo sin la misma fortuna, ya que el astado no se empleó igual y José no le quiso insistir. Quiso nuevamente enredarse por derecha, pero el animal le cambió de lidia y ya no lo supo entender, lo que animó el grito de “¡toro!” desde los tendidos. Mejor decidió tirárse a matar, lamentablemente se le hizo de hueso el animal hasta escuchar un aviso. Silencio al torero, aplausos al novillos.

A su segundo lo recibió nuevamente bien con la capa, luego lo bregó al castigo y concluyó su intervención en quites de mayor impacto que le salieron de pintura. Y en tercio de banderillas los subalternos se lucieron, hasta se desmontó Diego Sánchez.

Con soberbios cambiados por la espalda inició José su labor de muleta, clavado en los medios del ruedo. Y otra vez se topó con un excelente animal al que toreó con la mano baja dada la sin igual humillación de su socio. A mitad de su trasteo parecía que su labor declinaría, pero regreso a la vereda y prosiguió con la buena labor, toda por derecha, jalando bien de la embestida del novillo, de largo y con sentimiento, haciéndose del interés del respetable que disfrutó de la faena. Y lo bien toreado, bien matado. Estocada fulminante que de inmediato tiñó de blanco el tendido. Se concedió una oreja, bien ganada, pero a petición finalmente se le otorgaron las dos. Muy buen toreo ha dejado José, buen sabor, una grata impresión, salvando así a la escuela que representa y que por poco se va queda en blanco. Aplausos al toros en el arrastre.

SANTO DE CABEZA

Juan Padilla intento saludar al respetable con su capa, pero la raza de su astado, ya un torito, no se lo permitió y decidió mejor esperar a los picadores. Y en ese tercio el astado llegó con fuerza y con fuerza le dio, a llenar, el piquero. Y vaya tercio de banderillas, un herradero por completo, ya que el astado impuso su poderío. Para el tercio de muleta jamás se amedrentó el novillero, que si bien no pudo extraerle un muletazo sin que el astado le alcanzara la muleta, ya ni hablar de faena, se reconoce su valentía para intentar buscarle hacer fiesta, jamás intentó huir a la pelea, teniendo en cuenta que el novillo-toro no le habría perdonado un solo error. Atinó la esquina del torero pedirle que cortara por lo sano, pero la matada se complicó por la ineptitud del puntillero, ya que levantó tres veces al novillo y tres avisos finalmente sonó el palco del juez. Ni subalternos ni puntilleros, la vergüenza la cargó por completo el torero.

No dijo mucho con la capa ante su segundo, pero sí que se ha llevado una friega el novillo antes del tercio final. Y es que al bregarlo al castigo el animal se dio una vuelta de campana, cayendo como costal; luego recibió a diestra y siniestra la puya del de a caballo. Ya todo mermado el astado no pudo emplearse de la mejor manera en la muleta, ya que se vio que quiso, pero no pudo romper. Ante este rompecabezas Padilla no logró acoplarse. Mal matando, un aviso.

DE PUNTITAS

Héctor GutiÉrrez, que tuvo poca conjunción en los saludos capoteros, no tuvo fortuna ante su novillo como hubiera deseado. Que si fue distancia, o que si fue la tarde, etc. El hecho es que su propuesta no dijo nada. Con su segundo socio, el cual se escupió tres veces del castigo, Gutiérrez no se acomodó pese a que estuvo encima (muy demasiado encima) del astado para lograr ligarle pases. El animal tampoco estuvo de su parte, ya que ofreció una embestida sin clase, saliendo siempre con la cara arriba. El novillero buscó muletazos hasta el cansancio. Lo despachó de una estocada.