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Mira

18, noviembre 2017 - 19:30

┃ Violeta Alva

afición cruz azul

Era el último partido de la temporada regular de Cruz Azul  en casa. En sus manos estaba la clasificación y eso lo sabían los aficionados.
Por eso se volcaron en apoyo. A unos minutos de que arrancara el encuentro las filas para conseguir entradas medían  varios metros.
Los tres años sin Liguilla y los casi 20 sin título debían parar ahí.
Fue una de las mejores entradas de la temporada para los celestes. El Azul estaba prácticamente lleno.
Antes del partido, la confianza desbordaba el ánimo de los asistentes. La Sangre, la barra local, hizo una fiesta en las calles. Con banderas, bombos y trompetas; era su manera de hacer lo suyo.
En el primer tiempo, la gente estaba metida con su equipo, el apoyo no tenía límites…
Entonces el “Gato” Silva falló un  penal.  El chileno estrelló su disparo en el poste y silenció a los asistentes. Las esperanzas de terminaban.
Fue otro chileno, ya en la segunda mitad , quien revivió el color de la afición. Felipe Mora remató de cabeza un tiro de esquina y el balón se fue al fondo. El estadio se cayó.  No hubo un alma que no gritara ese tanto. La euforia que se vio dentro del campo, no se compara con la que se vivió en las gradas.
Cruz Azul estaba en la Liguilla.
Los últimos 10 minutos se hicieron eternos. El fantasma de ese gol en contra que aparece los últimos instantes rondaba la cabaña de Jesús Corona.
Se agregaron tres minutos más. La desesperación era enorme, la gente pedía que terminara el encuentro.
Llegó el silbatazo final y con él tres años, seis torneos y miles de desilusiones sin clasificar a la Liguilla.
Cruz Azul está en la Fiesta Grande. ¡A celebrar!