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5, diciembre 2017 - 15:42

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Brizio

ASÍ DE FÁCIL

POR EDUARDO BRIZIO

Cada vez se vuelve más difícil arbitrar en el futbol mexicano. Aparte de la dificultad que se encuentra en la cancha y la presión que ejerce la tribuna, ocurre que los medios “ponen su granito de arena” para cuestionar todas y cada una de las decisiones que toman los nazarenos.

Y no solamente me refiero a los ex árbitros que criticamos en los medios, sino a todo aquel que tiene un micrófono y al amparo del conocimiento empírico, emite juicios sumarios a favor o en contra de los hombres de negro, eso sí, contando con mil y un repeticiones televisivas para exonerarlos o condenarlos.

Esta reflexión viene a cuenta al considerar la primera expulsión del que fueron objeto las Águilas del América, en el partido de vuelta contra los Tigres. Se trató de una zancadilla (o una supuesta zancadilla) al minuto 60, en donde Guido Rodríguez “derribó” a Jesús Dueñas, quien ya se enfilaba rumbo a la meta enemiga.

En virtud de que el defensor americanista ya estaba amonestado, el silbante Fernando Guerrero no tuvo empacho en señalar la infracción, mostrarle el segundo cartón preventivo y mandarlo a bañar temprano, dejando a los de Coapa en inferioridad numérica, cuando el marcador ya favorecía a Tigres uno a cero en dicho partido y dos  a cero en el global.

Esa simple acción fue prolífica para el análisis. Varios comentaristas opinaron que “no era falta, que ni siquiera lo había tocado”. Bueno sería recordar que, de las 11 faltas que la regla 12 castiga con tiro libre directo, existen tres que se sancionan en grado de tentativa: 1) Golpear o intentar golpear 2) Patear o intentar patear a un adversario y 3) Poner una zancadilla o intentarlo.

De modo que, en el caso que nos ocupa, resulta irrelevante si lo tocó o no; toda vez que es irrefutable que “intentó” ponerle una zancadilla, lo que obligó a Dueñas a saltar el “obstáculo” que representó la pierna de su rival, convirtiéndose un una infracción sancionable con tiro libre directo a favor de los Tigres.

Aparte de la “sanción técnica” (el tiro libre), está la sanción disciplinaria; es decir, la segunda tarjeta amarilla, mostrada por haber “impedido un avance de promesa”, la cual no fue muy criticada. Sin embargo, en mi opinión no se trataba de una promesa; en virtud de que ocurrió a 60 metros del marco adversario, iba poco acompañado y la situación le era desfavorable en cuanto al número de defensores emplumados que faltaban por superar se refiere. Yo, no le hubiera mostrado la segunda amarilla y me hubiera limitado a sancionarla (cuestionada) falta. De cualquier manera, no me parece que esa decisión haya influido en el triunfo felino.

Lo que si sería bueno tomar en cuenta, es que existen situaciones en las cuales no es necesario que exista “contacto” para, apegado a la regla de juego, señalar una infracción y por otro lado, el hecho de que exista “contacto”, no significa necesariamente que se trate de una falta sancionable…, “así de fácil”.