En los rostros desgastados de los futbolistas de Pachuca se podía notar el cansancio. Solamente 16 horas de vuelo podían bajar tanto la intensidad de un grupo de jugadores que viajó a Abu Dabi con la intención de quedar entre los mejores tres equipos en el “Mundialito” y que además lo consiguieron.

Si bien el vuelo arribó un poco más tarde de lo esperado, el verdadero conflicto fue atravesar las largas filas de las oficinas de migración, incluso, Omar González fue el primero en salir, con la sorpresa de que ninguno de sus compañeros lo había logrado con tal rapidez concluir los trámites migratorios.

Pasada la complicada aduana, los Tuzos comenzaron a salir poco a poco. Marco Garcés va directo al camión cuando es detenido por la prensa. Da algunas palabras, pero el desgaste y el sueño es evidente.

Los jugadores aprovecharon para comprar un café que pueda levantarlos un poco. Para su fortuna, hoy no habrá entrenamiento, es día de recuperación.

A Keisuke Honda ya lo espera su equipo de trabajo, pero cual samurái, sigilosamente desapareció en los pasillos aeroportuarios.

A pesar de todo, el objetivo es solamente uno: cambiar el chip, las vacaciones aguardarán, antes está la final de Copa MX que se disputa en un coloso en el que ya saben ganar: el Gigante de acero. (Yael Rueda / Fotos: Oswaldo Figueroa)