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31, diciembre 2017 - 9:46

┃ ESTO

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POR MARYSOL FRAGOSO

FOTOS: MARTÍN MONTIEL

Los personajes centrales del mundo de la cultura, de la sociedad, del arte, de la música, del deporte y del toreo, pasan la mayor parte de su vida en “vitrina de exposición” hacia el público: bajo el juicio de millones que los observan moverse entre flashes y bullicio las 24 horas del día;  por ello, en determinados eventos y fechas, ese transcurrir de puertas abiertas al orbe, se cierra por un breve tiempo para que puedan disfrutar de un descanso de la algarabía y de la aceleración. Entonces, se resguardan en la intimidad y la paz, con su familia, en su hogar. En el caso de los toreros en sus fincas en el campo; en su ganadería.

Es el caso de una de las figuras del toreo mundial, Julián López El “Juli”, quien a medida que ha pasado el tiempo, ha logrado tener un periodo de tiempo en el cual disfrutar con su familia de la Noche Vieja así como de la llegada del Año Nuevo. En esta ocasión El “Juli” compartió en exclusiva con ESTO, la tradición de las campanadas, las uvas, los abrazos y los buenos deseos, en especial, para los lectores de este diario.

“Empezaré por confesaros que no me gusta comer uvas, nunca las consumo. Si que las tengo a mano pero no las consumo directamente; sólo lo hago en mi mente por lo que representan y, cuando suenan las últimas campanadas de cada año, cuento en mi cabeza e imagino que me las paso. Aunque claro que respeto esa tradición, es maravillosa y me encantaría poder comerlas pero no lo logro. Así que para aquellos que si las pueden masticar, qué las disfruten”, dijo el matador madrileño, al levantar el racimo de la vid.

“Os quiero mandar un abrazo muy fuerte, queridos lectores del ESTO y mis mejores deseos al Diario al que recuerdo con cariño, ya que tuve la oportunidad de visitarlo en mis inicios y me da gusto ver que sigue siendo el que mayor espacio brinca a la publicación de la tauromaquia mundial”, agregó el diestro.

Este año, Julián cerró su temporada europea con 40 corridas toreadas, En noviembre inauguró la Temporada Grande en la Plaza México, donde cortó una oreja al cuajar una actuación magistral. El pasado 12 de diciembre, tras torear de nueva cuenta en la capital azteca en el marco de la corrida a beneficio de los damnificados del 19S, bajó el telón taurino del 2017. A primera hora del día siguiente, tomó un vuelo rumbo a Cancún, Quintana Roo,  donde ya le esperaba su esposa e hijos, así como otros miembros de su familia para disfrutar de una semana en la playa y luego continuar su descanso en otros sitos, hasta volver a España para celebrar ahí la llegada de 2018, junto con el resto parientes y amigos.

En esta fechas, cuando el año 2017 entró en cuenta regresiva, Julián López estará en su finca “Feligrés”, en Arganda del Rey, Madrid, España, donde, desde hace semanas, brillan en el árbol navideño, las luces y las esferas, ante los ojos que expresan la emoción de los más pequeños de la casa, los que conforman su “cuadrilla” familiar: sus tres hijos; los mellizos Fernando y Rosario, así como la más pequeña, Isabel, y su esposa Rosario Domecq, proveniente de una casa de ganaderos de abolengo. Con ellos como protagonistas principales entre sus invitados descotará segundos al reloj y festejará a lo grande.

Luego de la fiesta, le quedarán más días de asueto, toda  vez que iniciará su actividad profesional hasta el 11 de enero de 2018, durante la corrida de la Feria de Manizales en Colombia; en ese país repetirá el 13. Retomará su temporada mexicana el 16  para sumar varios festejos en provincia y regresar a la Monumental capitalina el 4 de febrero. Con ello dará inicio a una temporada de fechas puntuales, a la espera que 2018 sea plagado de esperanza y felicidad.

 

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