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4, enero 2018 - 22:36

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nota-futm-cornada

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Lo que no mata, fortalece. Esta frase le queda chica al matador Jorge de Jesús “El Glison”, pues muchas veces, pero en verdad un montón de ocasiones, se ha visto de frente con la muerte. Dicen que todos vivimos cerca de ella, aunque, ¿a quién le importa? Pero ciertamente jamás hay que olvidar que convivimos a su lado, por eso más vale disfrutar, vivir la vida como si este fuera el último día. Y en esta forma es como “El Glison” ha gustado vivir sus años, a tope; desde aquellos días como payaso de rodeo, o como domador de leones, o bien como marinero y también siendo solitario caminante de los continentes, hasta ser matador de toros. Y en este renglón de su polémica, pero original vida, es dónde más se ha visto a los ojos con su destino, pues cornadas las tiene todas, lo mismo que fracturas. Y nada, absolutamente nada detiene a este poeta, orador y cantante –también, por si quedaba algo pendiente- que por lo contrario, lejos de desfallecer, renace una y otra vez de sus cenizas. ¡Ah! También ha llegado a los ruedos, ¡en féretro! E intentó torear a caballo.

Aunque jamás se ha retirado de los, en los últimos años ha portado muy pocas veces el terno, pero vaya las que arma; eso sí, en sus mejores tiempos logró entradas superiores en la Plaza México y muchas de provincia. Que si bien vive la fiesta de toros desde su muy particular punto de vista, tampoco se le puede desmeritar lo que en su momento ha logrado hacer.

Recientemente Jorge de Jesús toreó en Peto, Yucatán, y para no variar, sufrió una cornada. Una raya más al tigre, ya que es la cornada número 39 y su fractura numero 17, pues de este percance las costillas también pagaron factura.

BREVE EXPLICACIÓN

-¿Por qué otra cornada?

“Para mí la Fiesta Brava encierra muchos y muy diversos simbolismos que tienen que ver con el desarrollo del ser humano y su evolución relacionada con el contexto del planeta en el que vivimos. Uno de esos simbolismos es el del acto del sacrificio de un ser vivo. A través de nuestra historia hay infinidad de vestigios de estos actos sacrifícales, inclusive de seres humanos, y estos eran llevados a cabo por sumos sacerdotes; yo considero que los toreros al ‘oficiar’ este rito de lidiar y ‘sacrificar’ al toro bravo delante de una comunidad de creyentes (aficionados), en un templo específico para ello (las plazas de toros), nos convertimos en sacerdotes de este rito ancestral de dar muerte a un animal (cuya carne es consumida y sirve para la continuidad de la vida de quienes la comen), pero además incluyendo la gran diferencia de que en toda la historia de nuestra especie los toreros somos los únicos ‘sacerdotes’ que en el acto del sacrificio también podemos resultar sacrificados por el presunto ser que sería inmolado, en este caso, el toro bravo”.

-¿Disfrutas de las cornadas?

“Es para mí un gran orgullo de que en mi labor como oficiante de este acto de sacrificio no haya impunidad y si exista esta capacidad de reciprocidad entre sacrificadores y sacrificados y las cornadas pues son muestras palpables de ello, como se ha dicho en repetidas ocasiones, son como medallas que debemos recibir orgullosos por ser capaces de enfrentar a un toro bravo, siendo conscientes que inclusive se pueden invertir los papeles y en el caso de los toreros que ofrendan su vida en un ruedo, ellos se convierten en el objeto del sacrificio, y por tanto en Mártires del Toreo, lo cual demuestra que si existe el peligro al enfrentar a un animal tan fuerte y maravilloso como mi admirado y amado toro bravo, en pocas palabras: que bueno que me cornaron”.

-¿Cuándo fue la anterior cornada?

“En la Plaza México, en la Temporada Torísta, por un toro de la ganadería de La Joya, hace ya varios años; esta cornada me revitaliza y rejuvenece, además son como mis vacaciones, me sirven para realmente descansar. Gracias a ese toro bravo que me recordó lo que es ser un torero”.

Increíble, pero ciento.