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7, enero 2018 - 22:30

┃ Miguel Angel García

nota-toros

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

FOTOS: ALEJANDRO VILLA

Hace once años, en la Plaza México, “El Pana” renació tras la faena a Rey Mago, de Javier Garfias. Este domingo, misma fecha, el matador asentado en Tlaxcala, Jerónimo, reapareció en esta misma plaza y brindó una actuación plena de arte, sentimiento y sello puro. Como estaba cantado, el torero puso a su máxima sensibilidad el coso de Insurgentes al toparse con el mejor toro del encierro de Caparica, llamado Vaquero, al que Jerónimo le recetó una labor donde mostró estar a plenitud y madures taurina, dejando ver un toreo señorial, de talla y alta manufactura. Cortó una oreja, de ley, de peso, poco para el verdadero reflejo de lo hecho. Manotazo que rompió la mesa por parte de Jerónimo, ahí sigue estando un torero, desvalorado, abandonado por las empresas. Digno de todo cartel y una carta fuerte para el festejo del próximo 5 de febrero.

Confirmó su alternativa Antonio Lomelín, ante el testigo de Juan Pablo Llaguno; ambos en plan firme, toda disposición y entrega, con poca suerte ante sus respectivos lote, pero siempre en la ,línea de fuego los dos, cada cual mostrando lo que más pudieron con una destacada actitud. Los dos, con más toros este año, será grato volverlos a ver, pues en ellos hay bastante potencial y calidad de la buena.

CAPARICA, AL TERCIO   

Los ganaderos Manuel, Julio y Roberto enviaron un encierro muy serio de presencia, que evidenció su edad en el comportamiento, tuvieron un desempeño de mucho respeto, ya que no fueron peras en dulce; todo un examen duro para los toreros, sobre todo para Llaguno y Lomelín, que no la pasaron nada bien. Destacó el lidiado en cuarto lugar, Vaquero, que fue ovacionado fuerte en el arrastre lento. El orden fue el siguiente:

Divino, empujó con fuerza hasta conseguir el derribo del piquero; desclasado, áspero y recorrido corto. Remolino, deslucido, soso, con mayor recorrido. Ilusionista, poco celo para la muleta, áspero. Vaquero, de muy buen recorrido por el lado derecho, con codicia, calidad y bravura, ovacionado en el arrastre. Trueno, que como tal brincó al callejón sembrando el pánico por segundos; breve en recorrido, descompuesto en la embestida. Soñador, el menos de presencia y de juego, falto de casta.

Al final el público hizo salir al tercio a los ganaderos para retribuirles la presencia de sus astados, que como señalamos, han impuesto respeto en los tres tercios, trasmitiendo emoción a los tendidos.

A LA ALTURA

Antonio Lomelí, quien dejó a penas media verónica en sus saludos capteros, eso si, de postal, mejoró en los quites y ligó una serie de chicuelinas bien ajustado, rematando con mucha torería en el toro de la confirmación, Divino, número 114, con 538 kilos.

Tras la ceremonia, Lomelí brindó en el centro del ruedo para de inmediato irle a buscar forma a lo que fue un toro desclasado, corto de recorrido, áspero en su embestida que hasta en dos ocasiones lo desarmó. Antonio no se amilanó, lo que es más, tuvo la actitud para plantarle cara y extraerle muletazos por ambos lados, quizá sin la belleza que hubiera deseado, pero sí con el mérito de no irse de su socio y buscarle fiesta a toda costa. Y si no hubo arte, el diestro constató su sitio y una técnica mayor, que le permitió estar a la altura del rompecabezas. Se fue tras la espada de acero para sepultarla por completo, aunque de lentos efectos, por lo que no se salvó de un aviso.

Cerró plaza Lomelín, quien tuvo otro rompecabezas que armar, ya que el planteamiento de su socio no fue nada sencillo. Más toros será la clave para Antonio, que dejó clara su propuesta y deseos de sacar la cabeza, pero el sitio en definitiva lo ganará en el ruedo. Detalles de mucha valía ante el cierra plaza, machacón Lomelin en la búsqueda de pases, aunque el toro se fue a menos. Concluyó con manoletinas y despachó de una entera caída.

ARTISTA PLENO

Jeronimo no dudó ni un segundo para saludar al público con una serie de verónicas rítmicas, cadenciosas, clavando la barbilla en el pecho y meciendo los brazos con él sentimiento que caracteriza a éste fino diestro. Tras la intervención del picador, Jeronimo quitó por chicuelinas con las manos bajas, agregando tafalleras, todo un compendio artístico en lo que fue su primera intervención.

Sin mucho que enaltecer del toro, deslucido y soso más por la izquierda, tuvo su punto de ritmo y fijeza por derecha, que tras los pases de tanteo, finalmente el torero enfocó su labor con la diestra para extraer muletazos de calidad. Sobre todo en una tanda donde el toro se desplazó de maravilla, conjugándose con la propuesta de Jeronimo, que aunque no tuvo la materia para expresar su toreo artista y redondear la labor , planteó una faena que tuvo momentos de pintura por ambos lados. Dejó un pinchazo tras una estocada perfecta y aunque tuvo petición de oreja, todo quedó en una nada despreciable vuelta al ruedo.

Y una ve más Jerónimo deleitó con las hermosas verónicas que dibujó ante su segundo astado, de postal la media con que remató. Y el toro hizo lo suyo ante el picador, al cual desmontó; allá fue a caer el piquero y en el quite Jeronimo terminó arrollado por el astado. Nada que lamentar por fortuna. Ya con muleta en mano, el artista tomó los pinceles de la inspiración para ligar tandas de trazo largo, templado, arrancando los olés fuertes del tendido, llevando Jeronimo al toro con la mano muy abajo, desbordando sentimiento y emoción. Intento por la izquierda, pero no se acopló el torero y decidió regresar de inmediato a mano derecha para nuevamente deleitarse y deleitar con muletazos de suma calidad, rematando la tanda con un trincherazo de poema y uno más previo a cuadrar el socio.

Dejó una estocada entera que bastó. Gritos de torero, pañuelos en los tendidos para recibir una muy merecida oreja, con petición de la segunda que correctamente se negó. Ovación cerrada al toro en el arrastre.

FIRME PROPUESTA

Juan Pablo Llaguno, poca fortuna en su primera intervención con el capote, el toro le apretó demasiado; los quites decidió guardárselos. Ante la muleta, el diestro se topó con un socio muy corto de embestida, con poca celó por la tela roja. Juan Pablo tuvo la firmeza y oficio para extraerle pases, siempre en la línea de fuego. La labor se basó en prácticamente estarle robando las embestidas al toro, de una en una, a tirabuzón. Al final Llaguno consiguió que el astado le repitiera, ligando lo que fue la mejor serie, con muletazos templados y largos, lo que confió al torero para comenzar a abandonarse. No obstante, el animal ya lo tenía visto y lo prendió por el muslo en los momentos de mayor conjugación, lanzándolo impresionantemente por los aires; cayó feamente y de milagro se salvó de un percance terrible al hacer el toro por él en la arena. Se incorporó Llaguno, sin siquiera hacer un gesto, para cambiar la espada simulada por la de acero y despachar de dos pinchazos, una casi entera y certero descabello. Aplausos fuertes en el tercio para el torero, por su admirable entrega.

Bien por chicuelinas se enredó Llaguno ante su segundo astado, bajando las manos en la ejecución, para rematar de revolera. Discretas verónicas en quites. Y poca fortuna también encontró frente a este animal, que tuvo un recorrido bastante discreto, amén de una embestida descompuesta. Pero sin duda volvió a destacar la firmeza de Llaguno, sin perder los papeles, siempre claro en su acción y siempre bien dibujado. Pinchazo y estocada casi entera. Cada cual en su estilo, los toreros han brindado una gran tarde.