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5, noviembre 2014 - 10:35

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POR GUILLERMO MARTÍNEZ G.

POR fin le hizo justicia el judo.

Y ahora con el Premio al Deporte Paralímpico, Eduardo Ávila comienza otra etapa en su vida.

“Cierro un ciclo de muchos logros, pero también de tristezas, de coraje cuando no me apoyaron para ir a otras competencias. Pero con este logro se recompensa todo. Es la cuarta vez que me postulo, y al fin se me hizo justicia. Estoy muy feliz”.

Como se sabe, Lalo ha competido tanto en deporte paralímpico como en convencional, por eso platicó que son muchos los sentimientos encontrados que existen en estos momentos en él, luego de haber sido selecto para el Premio, pero agregó además que así ha crecido a lo largo de su carrera deportiva.

“Hay muchas penurias que a veces no quisiera ni mencionarlas. Uno hace deporte para llegar a ser un ejemplo y competir por el país, pero cuando te ponen trabas, o que no toman en cuenta los logros para una competencia importante, es cuando te frustras. Pero gracias a Dios he salido adelante. Me he sabido levantar porque hay gente que confía en mí, y es a quienes les debo el que me aferre a esta disciplina”.

El judoca sufre de retinosis, una enfermedad visual que se conjunta con la miopía y astigmatismo que ha tenido desde niño. Pero eso no le impidió ver en el deporte un antídoto para llegar hasta unos Juegos Olímpicos y ganar la medalla de oro en la categoría de los 73 kilogramos.

“Además de que la escuela –estudia nutrición en la universidad Anahuac- me ha ayudado a salir de muchas depresiones. Se sufre cuando no te dan el valor necesario por tus medallas. Se siente uno menos, porque ves a los convencionales y los premian en todos lados, mientras que a los discapacitados nos hacen a un lado. Ojalá hubiera una mayor cultura para la gente con alguna discapacidad”.

Lalo le entrega muchas horas al aspecto físico, tanto por las mañanas como por las tardes.

“Cuando vas tras un objetivo, no importa todo el sacrificio que tengas que hacer. Cuando entreno, siempre pienso que es para ser alguien en la vida. Para que vean que se puede triunfar. Entonces me olvido de todo y solo me dedico a entrenar muchas horas”.

Y ahora que fue nombrado ganador del Premio deportivo, dijo:
“Hay muchas personas a quienes deseo dedicárselos, principalmente a mis papás, a mis hermanos, a la gente del comedor de Villas Tlalpan, del albergue, porque ellos me ven diario, me apoyan, me dan ánimos. Y para mí, ese es el gran valor humano que respeto y que siento que a muchas personas les falta. La humildad debe florecer más que las discrepancias”.