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Mira

4, febrero 2018 - 22:37

┃ Miguel Angel García

juli

Recientemente se llevó acabo la asamblea de la Asociación de Ganadero de Toros de Lidia y ojalá hayan puesto en la mesa dos temas que hoy son una prioridad de vital urgencia para que la fiesta de los toros siga subsistiendo: falta de bravura, falta de trapío. La Tauromaquia no se puede sustentar con lo que a vista está en las plazas de toros, concretamente en la Plaza México. La tarde de ayer la apuesta de toreros, empresa-empresa, toreros falló nuevamente al apostar por el encierro de la ganadería queretana de Teofilo Gómez. Crónica de un fracaso anunciado, pudo titularse esta reseña, pero vamos, luego dicen que uno es amargado y que se debe siempre hablar bien del espectáculo. Y siempre, siempre lo hemos hecho. Pero qué se dice cuando el público protesta airadamente por lo que sale por toriles. No se puede tapar el sol con un dedo, por más que digamos que los ganaderos van a la plaza con la idea de triunfar, nada se puede hacer cuando de principio faltan al primer requisito que exige el que paga el boleto: toros con presencia. Pues visto esta que cuando salen por toriles astados de vergonzosa lámina, la gente que acude a los tendidos explota todavía más al ver falta de raza y debilidad en los llamados amos de las dehesas. Sin embargo, es lo que los toreros piden lidiar y en este caso el que pone y dispone en gran mayoría es la principal figura: Julián López, quien en vez de optar por ganaderías de mayor impacto para el público, se inclina a lo más cómodo, a lo que puede dejarlo estar en paz sin hacer el más mínimo esfuerzo. Y de esta forma se lleva al traste tardes que representan mucho para la fiesta de toros mexicana; de por sí el numerado no se lleno y de los que fueron apostamos que algunos no volverán por sentirse defraudados de un espectáculo que habla de grandeza, de valor, de toros bravos, de animales imponentes. Pero, vaya, no solo Julián tiene culpa en esto, Sergio Flores no se salva de la quema, como tampoco el juez de plaza que aunque suene feo, ya solo esta de para peto. Y bueno, ya ni hablar de la empresa.

Ya después del sorteo, cómo no salió nada como se esperaba, ambos toreros decidieron regalar toros, cosa que ya no entra en la lidia ordinaria, pues entonces qué caso tiene tanto tramite de sorteo. Es una pena que una tarde que debía pintar para grande sucumba ante el capricho. Sí, por que si verdaderamente hubieran decidido hacer grandes las cosas, de principio hubieran apostado por otra ganadería. Así que, a los que saben del negocio, nada les debe de sorprender el resultado. Y al público solo le queda seguir tragando.

Lo más destacados fue la ovación que tributó la romería  en los tercios del ruedos a ambos toreros tras el paseíllo. Tarde sin frío, agradable, sin viento; tres cuartos de entrada en numerado. Poquitas personas en general.

 

GANADO

De Teófilo Gómez, todos apenas se llevaron un pellizco ante el castigo del caballo. Coquito, empujó con fuerza, descastado, abucheado. Rumberillo, abucheado de salida, protestado en toda la lidia, se dejó meter mano, pitos. Soñador de Gloria, apenas mejorcito en precedencia, abucheos. Puño de Tierra, mejorcito de lámina, sin nada que ofrecer para la muleta. Galletero, un poco más hecho, más largo, nada para la muleta. General, regresado al corral después de picado. Anunciaron el primer reserva de Bernaldo de Quirós, de nombre Cubetero, que le señalaron nada más la puya, no funcionó, descastado de cabo a rabo.

 

EL MAESTRO LA HIZO

Julián López se hizo de inmediato de la fijeza de su primer toro para recetarle magistrales verónicas rematando con la media de pintura. Una vez con la muleta, el maestro madrileño se enfrentó a un animalito que no representó el más mínimo peligro para su tauromaquia. Sumiso a más el oponente, Julián estuvo muy por encima, arrollador, soberbio, como adulto ante un niño. El toro se paró rápidamente y no hubo forma de extraerle faena alguna. Lo despachó de estocada y letal descabello. Abucheos al astado. Cosa extraña, el público llamó al tercio a un monosabio luego de que éste derribara es un estúpido individuo que saltó al ruedo del tendido, ni tanto, pues lo hizo cuando no había toro.

Julián se guardó lo mejor para los quites, por chicuelinas. Y esos toros que embisten sin peligro, que se caen por débiles, que cargan la mansedumbre y a penas si pasan por la muleta con la media gota de bravura. Uno de esos le tocó a Julián como segundo, tal tienta de machos, sin más expectación que el hermoso traje de luces del torero y el descontento general de la gente. Sea maestro o no, lo que se haga ante estos toros ya aburrió por completo al público. Mal con la espada, contrario al tranquillo del madrileño, quien para malas tampoco estuvo acertado con el descabello. Pitos al toro y al torero.

Prácticamente recién comenzaba la faena ante su tercero, que embestía como burro, y el hispano mejor levantó el dedo en dirección al juez para anunciar el regalito. Después lo despachó de una estocada. Vaya cosa, son los toreros los que piden este tipo de toros y luego buscan salir de su propia trampa.

 

EL ALTERNANTE LA PAGÓ

Sergio flores poco hizo ante su primero oponente, al que el público reprobó por su carita de novillo y falta de trapío; ante el descontento del que paga el boleto el juez no tuvo otra posibilidad que comerse sus propios errores. La gente estuvo en desacuerdo en todo momento, a descontento en toda la labor de Sergio y de todo tipo de cosas le gritaron. No le tomaron en cuenta nada de lo que hizo y cómo iba a ser, si el ganado no representó respeto alguno para el tendido. Sergio se hizo el sordo y continuó haciendo lo suyo, extrayendo pases de un animal que tampoco le ofreció mucho derivado de su falta de transmisión. Vaya, la faena no trascendió, aunado a la sosería extrema del de Teófilo. Mal con la espada y el descabello, pitos al animal.

Salto al ruedo el segundo de Sergio, mejorcito en lámina que el público aprobó; el de Tlaxcala le formuló cadenciosas verónicas, de muy buen gusto. Y bueno, para la muleta el astado mostró sus cartas, débil, descastado, sin transmisión, sin peligro, sin nada que despertara del letargo al aficionado que solo exclamó ofensas para el criador del ganado. Otra faena que no llegó al tendido pese a la buena intención del torero.

El sexto no desentonó del resto, las protestas continuaron debido a la escasa presencia del cierra plaza. Y la cosa se agudizó cuando el astado llegó al caballo y feneció prácticamente. Y ya picado, el astuto juez lo regresó. Vaya desgarriate.

Anunciaron el primer reserva, de Bernardo de Quirós, nada del otro mundo en cuanto a presencia, débil por herencia y apenas le presentaron la capa y ya perdía las manitas. Al igual que el maestro, Sergio no dio ni diez muletazos cuando mejor anuncio uno de regalo. Aprenden bien. Despachó al inservible de Bernardo.

 

REGALOS

Del hierro de Bernardo de Quirós, le cortó dos orejas Julián.

Del hierro de Santa María de Xalpa, le cortó dos orejas Sergio Flores.