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Mira

10, febrero 2018 - 20:20

┃ Marco Polo Zúñiga

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CRÓNICA

 

Atormentada en medio de la tempestad y sin encontrar la dirección adecuada.. La Máquina no termina de carburar, ayer se le acabó el gas, y puso a la vista de todos, su regresivo paso en el Clausura 2018. Necaxa sacó provecho de una alienación celeste mermada por bajas, su electrizante actuación dejó en la lona al Cruz Azul, 0-2 final.

Los Rayos necesitaron más de los errores celestes, que de sus propias virtudes, para alumbrarse en el estadio Azul. Dieter Villalpando y Carlos González azotaron al Cruz Azul. Pedro Caixinha no pudo con el candado de Ambriz. Los azules cayeron en casa y apenas suman seis de 18 puntos posibles en el torneo.

EL JUEGO

La electrizante versión defensiva del Necaxa cortó los circuitos del Cruz Azul. Carlos Peña tuvo su oportunidad en el esquema estelar; solamente unos minutos lució atrevido, su aparente liderazgo inicial en media cancha, se esfumó con el andar de los minutos. El “Gullit” gestó la primera acción, justo cuando los locales se volcaron en afán de inaugurar el marcador. El disparo de Martín Cauteruccio murió en las piernas de un defensor hidrocálido.

Los celestes se apoyaron en Peña y Salas, sus bujías en medio terreno. Poca o nula imaginación para quebrar el cerrojo que plantó Ignacio Ambriz. Los Rayos cedieron ante el empuje capitalino; sin embargo, el mismo “Gullit” se perdió un servicio por la derecha que no alcanzó a conectar con la cabeza. Hasta ese momento, Cruz Azul pudo presumir que era mejor en la cancha del estadio Azul.

Una vez contenido el agobio, la visita agarró confianza y hasta se animó a herir a La Máquina. No necesitó de un dominio permanente, tampoco de un futbol vertiginoso o alguna genialidad futbolística. La puerta se abrió con un error de los propios cementeros. En una descolgada, los Rayos atacaron a velocidad frente un Cruz Azul mal parado. Carlos González se internó en la izquierda y sacó un centro venenoso, después de un rebote, Dieter Villalpando la prendió de aire y cruzada, imposible para el lance de Corona. ¡Gol del Necaxa!

Bofetada con guante blanco para los pupilos de Caixinha. Mejores en el arranque; desconcertados a partir del gol hidrocálido. Peña, sofocado y sin fuerza como un enganche, dejó huecos que los Rayos se adjudicaron. El golpe desdibujó al cuadro azul, que no sólo dejó de generar, también se replegó ante un motivado Necaxa. La buena noticia para el conjunto capitalino fue la llegada del medio tiempo; la mala se dio a causa de una lesión del “Gullit”. 45 minutos de mucha táctica y poco espectáculo.

Ni la reanudación levantó a un cuadro cementero noqueado. Parecía que la pausa podía cargar de energía a una Máquina descarrilada por sus propias falencias. Sin embargo, sólo fueron destellos en el complemento. En una acción de táctica fija, Jordan Silva remató picado y Barovero con un manotazo se negó a dar el empate. Acto seguido, el “Trapito” se agigantó con rasguño que sacó un tiro bombeado.

El entrenador portugués, desesperado y frustrado en la banca, quemó sus últimas cartas ofensivas: Walter Montoya y Ángel Mena. Los elementos de vocación ofensiva tampoco revolucionaron al Cruz Azul, más volcado por el ímpetu que amparado por un buen futbol. La gente se le volteó al conjunto capitalino. Todo estaba en contra, en otra jugada el Necaxa perforó a un equipo desmoronado. “Chuy” evitó en la primera, pero cedió un rebote y Carlos González fusiló simplemente con un toque suave, 0-2 en la frente de los locales.

El panorama gris tomó un tono obscuro. Los Rayos dieron cátedra en sector defensivo, no regalaron un sólo espacio y se dieron el lujo de aproximarse con un Matías Fernández crecido, además de un Carlos González seguro en el eje del ataque. El paraguayo fue un dolor de cabeza en la recta final.

Lo de Cruz Azul fue preocupante, ni siquiera consiguió lastimar a Barovero en la agonía del partido. La Máquina se murió a través de un tiro desviado del “Chaque” Montoya. Jesús Corona se cansó de regañar a sus compañeros, mientras que el técnico lusitano abandonó el campo con la cabeza al suelo; decepcionado por la cruz que no los deja avanzar.

MxM

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