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19, febrero 2018 - 11:00

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Land

Alexis Grivas
Enviado Especial de OEM
La atención el día de ayer domingo en la Berlinale era enfocada a los prestigiados premios británicos Bafta y no tanto a las películas estrenadas en Berlín la cuales, me temo que por cuarto día consecutivo, dejan mucho que desear, por lo menos aquellas en competición.
La atribución de tres Baftas a la película La forma del agua de Guillermo del Toro y especialmente aquel al mejor director fue recibida con mucho agrado tanto por los críticos nacionales como por los miembros de la delegación mexicana presentes en la Berlinale.
Ahora bien en lo que toca a las cintas en competencia salvo alguna excepción las mismas no corresponden hasta ahora a las expectativas.
De las estrenadas este fin de semana la francesa Eva, de Benoit Jacquot con la actuación estelar de Isabelle Huppert  se lleva con creces el atributo del peor film visto hasta ahora en la Berlinale. Se trata de una especie de remake del excelente film del mismo título realizado por el inglés Joseph Losey en 1962 con Jeanne Moreau en el homónimo principal. ¡Un verdadero desastre!
Sigue de cerca, por lo poco interesante,  Transit donde el estimable realizador alemán Christian Petzold (El estado en que me encuentro, 2000 y Yella, 2006) intenta combinar a través de una  narración ficcional la persecución de los disidentes alemanes por los nazis en los años 30 con el tratamiento reservado hoy en Europa a los refugiados de Oriente Medio y de África. El resultado es desigual tanto como la peculiar  apuesta narrativa de Petzold. El rezo del francés Cedric Khan no cumple las promesas que suscitaba su temática: el itinerario de un joven drogadicto aceptado en una comunidad rural destinada a redimir a jóvenes, a través del trabajo de tierra y el cultivo de la fe cristiana.
La participación de Italia con Mi hija, segundo largo de Laura Bispuri  no confirmó las expectativas generadas por su primer largo Virgen jurada, estrenado en la Berlinale 2015. La temática de dos mujeres que se enfrentan por la hija de 10 años de una de las dos quien la abandona a su nacimiento y que es elevada por la segunda, falla por su falta de cohesión y desarrollo dramático creíble de los personajes  de las dos mujeres.
El panorama se antoja un poco más positivo respecto a la producción rusa Dovlatov, donde el respetable realizador Alexey German Jr (El último tren, 2003, Soldados de papel  2008) trata con relativo éxito, y digo bien trata no que logra de manera definitiva, componer el retrato del conocido escritor ruso del mismo nombre de lo años 70 y de la censura y persecución que sufrió por el régimen soviético.
Creada a través de un peculiar estilo donde el realismo se mezcla a lo poético (notablemente en Bajo las nubes eléctricas, Berlinale 2015) la película se antoja además como una contemplación sobre la libertad de expresión y de su persecución.
Si Bienes raíces de los suecos Axel Petersen y Mans Mansson igualmente estrenada  en competición resultó ser una despiadada  sátira social a través de la historia de una señora de edad que hereda un edificio, lo que parece ser el punto común en las películas hasta ahora en la competición es el desarrollo deficiente de la estructura dramática de los guiones.
De interés mexicano anotaremos el estreno de hoy en la sección Panorama de Land dirigida por el iraní Babak Jalali, una coproducción mexicana con nada menos que…Italia, Francia, Holanda y Qatar que fue muy bien recibida por el publico asistente al estreno.
Se trata de una película sobria, imponente por el tratamiento a la vez austero y eficaz de la historia de una familia de indio-americanos cuya existencia en la “reserva” donde viven se ve afectada tanto por el racismo y desprecio latente de sus “vecinos” blancos  como por la muerte de un hijo en la guerra de Afganistán. Fue rodada con actores nativos no profesionales y la producción ejecutiva de lado mexicano fue a cargo de Gabriel Stavenhagen.
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