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Mira

24, febrero 2018 - 19:54

┃ Marysol Fragoso

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Un final al alza que dejó al público con ganas de volver al cortijo Cinco Villas en el Estado de México, fue el que protagonizaron el novillo más serio y de mejor juego que se lidió ayer durante el festival del Cortijo Cinco Villas, llamado “Clase” de la ganadería de San Marcos; que terminó por ser indultado, y, su lidiador, el matador potosino Fermín Rivera, lo cuajó para recibir orejas y rabo simbólicos.

El éxito taurino también se dio con las faenas que realizaron el hispano Javier Conde y el tlaxcalteca Sergio Flores ante sus respectivos ejemplares a los que les cortaron un apéndice, respectivamente. Sin duda, Lucero Domínguez realizó una gran labor para que en la segunda edición del festejo a beneficio de la Casa Hogar La Providencia se vieran colmados los tendidos del coso entre gran ambiente.

El festival se lo llevó en la espuerta Rivera ya que capitalizó la bravura que traía consigo el novillo número 12 de la ganadería jalisciense San Marcos que por nombre recibió “Clase”, al que bregó con el capote muy abajo. Las cualidades del astado saltaron a la luz de inmediato y el público se emocionó con el ejemplar de armónicas y serias hechuras que además fue bravísimo en su encuentro con el picador. Acometió de largo hacia el peto, peleó con codicia, metió el hocico abajo y se creció al castigo del varilarguero por largo tiempo. Salió templado tras la suerte de varas pero aún requirió de una tanda de pases por bajo para que quedara a punto para la faena grande.

Fermín la ejecutó con tandas por ambos pitones que integró hasta con diez muletazos largos y templados. El toro que tuvo fuelle, embistió con claridad, humillando y con exquisitez que el torero encauzó siempre a más. “Clase” contó con fuelle y sin abrir el hocico siguió acudiendo a los cites una y otra vez. Estando aún muy entero, el público sacó los pañuelos blancos para solicitar el perdón de su vida y empezó a lanzar prendas y sombreros al ruedo. Uno de estos, al estilo charro mexicano, fue tomado por el diestro para adornarse al torear y más adelante, regresar al burel a toriles cuando la autoridad había concedido el indulto. Se otorgaron a Fermín los máximos apéndices simbólicos.

Otra faena de peso por el dominio y el sentimiento que en ella se imprimió fue la realizada por Sergio Flores al toro de Rancho Seco que hizo cuarto y estuvo bien presentado. Lo recibió con verónicas y con la muleta ligó tandas con autoridad y trazo largo. Flores tenía en su poder dos orejas pero debió conformarse con una ya que al final señaló un pinchazo, una estocada entera y un golpe de descabello para rematar al morito.

El duende y el arte del malagueño Javier Conde, quien vistió el traje charro como homenaje a México en el Día de la Bandera, marcaron la pauta de su actuación en un trasteo con sello y templanza. Las verónicas y los detalles de gitanería con que toreó al novillo de Arroyo Zarco que tuvo gran nobleza, lucieron con alegre y mágico son en una faena completa. Mató al primer viaje, con un pinchazo arriba y hondo para recibir el trofeo.

Ni el vallisoletano Manolo Sánchez con el primero de Carranco –con calidad pero falto de fuerza-, ni y el hidrocálido Juan Pablo Sánchez con el de Rancho Seco –de poco fuelle- consiguieron redondear su actuación debido a las pocas opciones que les dieron sus astados. Mejor suerte tuvo en un inicio, el salmantino Eduardo Gallo con el novillo de José Garfias –que desarrolló tendencia a tablas- y le permitió lucir con una completa labor con capote y muleta en la que destacó con clase. Despachó de tres cuartos de estocada para dar vuelta al ruedo.

Abrió el festejo el juvenil Cristóbal Arenas El “Maletilla” que se dio la vuelta al ruedo y lo cerraron en la lidia de becerros de La Joya, los aficionados prácticos y anfitriones, Luis Marco Sirvent y Grisel Marco ante erales de La Joya y recibieron sendas ovaciones.