La llegada de Chivas a la Ciudad de México se vio opacada por una bronca en el aeropuerto entre integrantes de la barra de animación rojiblanca y la policía del inmueble.

Todo comenzó con empujones de los elementos de seguridad que, en su intento por alejar a la gente de Rodolfo Cota, el último jugador del Rebaño en salir, agredieron a mujeres y niños que acudieron a recibir al equipo.

Los empujones se generalizaron y los policías corretearon a algunos aficionados. Uno de ellos fue derribado en las gradas de la terminal 2 y fue golpeado por varios elementos.

Entonces se armó la campal. En medio de niños que lloraban y mujeres que no se alejaban, los barristas y los policías se golpearon por toda la terminal.

Ambas partes intentaron controlar a su gente, pero los ánimos se calentaron y cuando parecía que todo había quedado ahí siguió una nueva corretiza.

Los cánticos de “hay que estudiar, hay que estudiar, el que no estudie a policía va a llegar” sonaron en el inmueble.

El vuelo del conjunto tapatío estaba programado para arribar a la capital a las 16:00 horas; sin embargo, éste se retrasó y llegó tres horas después.

El ambiente previo a la bronca era inmejorable. Los cánticos de apoyo, las banderas y los bombos retumbaban por toda la terminal.

La gente se estaba portando bien y todo marchaba sin contratiempos. La noticia del retraso obligó a los asistentes a deshacer la valla y a sentarse a esperar.

Cuando se acercó la hora de llegada, todos retomaron sus puestos y los cánticos siguieron sin problema, hasta que el equipo terminó de subir al camión.

Por la valla que se formó por segunda ocasión pasaron Jair Pereira, Eduardo López, Toño Rodriguez, Carlos Salcido, Rodolfo Pizarro, Alan Pulido y Matías Almeyda, entre otros, pero cuando le tocó el turno a Rodolfo Cota, el último en aparecer, todo se descontroló.

Al final, no hubo ningún detenido y tanto barristas como policías tomaron su camino.

Así fue la llegada del Rebaño a la Ciudad de México, donde enfrentarán este mediodía a Pumas, en la que lo deportivo pasó a segundo plano y prevaleció la violencia. (Violeta Alva / Fotos: Oswaldo Figueroa)