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13, marzo 2018 - 9:34

┃ Alejandro Alfaro

Ruben Ortega

En el mundo del futbol, una penosa constante debido a la naturaleza del juego son las lesiones. Las hay de todo tipo, desde una simple contractura muscular hasta fracturas y rupturas de ligamentos, que propician que los jugadores queden fuera de actividad durante meses.

Dentro de ese mundo de los percances en el deporte, destaca el nombre de una personalidad que se ha convertido en un referente obligatorio para tratar a todos los futbolistas que se lastiman, principalmente la rodilla, entre algunos otros padecimientos. Se trata del doctor Rafael Ortega, quien en amena plática con ESTO, recordó sus pasajes como futbolista de Primera División, profesión a la que en realidad se dedicó por mero accidente y como complemento a lo que en realidad siempre fue su verdadera pasión: la medicina.

Yo estaba muy puesto y convencido de mi carrera, y justo cuando entré a la facultad de medicina tuve la necesidad de trabajar y me metí de camillero a la Cruz Verde para recoger a pacientes que se accidentaban. Ahí se le ocurrió al director de los servicios médicos municipales hacer un equipo de futbol al que me invitaron y donde jugaba también el médico que tenía el equipo Bachilleres de la Segunda División de la UdeG. Así es como me empezaron a insistir que fuera a probarme, a lo cual accedí y me aceptaron para jugar con ellos”, relató el galeno al rememorar cómo se dio su llegada al profesionalismo en el balompié.

Combinar la medicina con la pelota no fue una tarea sencilla. Ser futbolista implica mucho tiempo invertido entre entrenamientos, concentraciones, partidos y viajes; mientras que la medicina no desmerece en ese tenor, ya que es una carrera que exige total entrega y dedicación, por lo que el llamado “Atotonilco” –en honor a su pueblo natal- rememoró cómo hizo para combinar ambas actividades sin dejar de cumplir en una y otra.

“En ese tiempo se entrenaba casi siempre un turno. El equipo trabajaba en las mañanas y la facultad de medicina tenía turno vespertino, en el que me anoté. En la mañana entrenaba y me iba del club a la facultad para tomar mis alimentos y escuchar las clases. Así pasaron mis años como jugador de Leones Negros; ahí saqué mi carrera de cuatro años. En ese tiempo fueron aspectos teóricos, además de un quinto año de internado”, detalló Ortega, quien pasó de esa forma sus años universitarios, pero la cosa no pararía ahí, ya que vendría el momento de la pasantía y servicio social, mismos que llegaron de la mano con su fichaje en Chivas, institución a la que defendió y en la que destacó con una sonrisa, que le permitió vivir un día en el que por la mañana hizo su examen profesional y, por la noche, marcó su único gol como elemento del Rebaño Sagrado.

“Al terminar todo eso (su carrera) me transfirieron a Chivas, en donde ya era pasante de medicina y hacía mi servicio social; entrenaba en las mañanas en el club y por las tardes daba mi consulta. En el segundo año con Guadalajara ya estaba titulado. El día que hice mi examen profesional jugábamos contra Irapuato y esa vez le pedí permiso a Alberto Guerra para irme a hacer mi examen; estaba el equipo concentrado y en la noche me puso de titular y metí un gol. 4-1 ganamos ese día, fue el único gol que metí en Chivas”, explicó. Al final, dentro del balance que le dejó haber combinado el bisturí con el balón, Rafa afirmó que mantuvo claras sus prioridades y sueños.

“Es un gusto. Desde niño jugué futbol, pero realmente para mí siempre fue primero la medicina. Cuando iba a empezar mi primer año de primaria, el primer día de clase, mi maestra Petra Gómez nos pasó uno a uno para decir nuestro nombre y qué queríamos ser de grandes. Yo pasé y dije: ‘Soy Rafael Ortega Orozco y voy a ser médico’. Recuerdo mis palabras y siempre quise ser médico”, señaló.

A la edad de 27 años, Rafael Ortega decidió poner fin a su carrera como futbolista, para comenzar a hacer su especialidad, determinación que marcó su vida y que hoy lo tiene como un médico exitoso y reconocido.

Las lesiones Mundialistas las más difíciles

Al desarrollarse en un ámbito como el de la medicina deportiva, en el que le toca atender y operar a profesionales de distintas disciplinas –principalmente futbolistas-, el doctor Rafael Ortega ha tenido que ser parte de momentos difíciles en el que algunos jugadores se han perdido el Mundial o han tenido que abandonarlo por una lesión de gravedad.

Uno de los casos que el galeno más recuerda es el de la fractura de Luis Montes, previa al Mundial de Brasil 2014, misma que el atendió a pedido expreso de Jesús Martínez, presidente de Grupo Pachuca.

“Son momentos muy importantes y trascendentales. El caso más representativo de una situación tan difícil me tocó con el ‘Chapo’ Montes, quien en sus últimos partidos de preparación premundialista, sufrió una lesión tan desafortunada como la que vimos en su pierna, una fractura. Yo veía el partido con mi familia y cuando vi la entrada, supe que era muy severa la lesión; en media hora ya me había llamado Jesús Martínez -quien tiene una gran sensibilidad humana y quiere mucho a sus jugadores- prácticamente llorando para pedirme que yo lo operara y le dije que se lo trajeran. Jesús ordenó que se trasladara a Montes desde Estados Unidos y lo recibí de madrugada para operarlo”, compartió Ortega en plática con ESTO.

Aunado a esto, Rafa confesó la forma en la que trató de animar al “Chapo” Montes, de quien resaltó el nivel al que juega hoy en día. “Yo traté de animarlo y le dije que seguramente en el año 2018 estaría en el Mundial. No sé si vaya a ir, pero de que está sano y hace lo que más le gusta, es un hecho; está jugando a muy buen nivel”, dijo.

Otro caso que revivió el doctor fue el de Héctor Moreno, quien sufrió una fractura en el primer tiempo del partido de octavos de final entre México y Holanda en el Mundial de Brasil. “Pasó algo parecido con Héctor Moreno, quien tuvo que dejar el Mundial al sufrir una fractura. Tuve la responsabilidad de operarlo y afortunadamente pudo seguir con una carrera exitosa como la que tiene hasta hoy”, culminó.

Operaciones sin parar

El sol no ha salido en Guadalajara, pero el doctor Rafael Ortega sabe que su compromiso con la salud no le permite escatimar esfuerzos. Es por eso que llega antes de las 7:00 horas al hospital Country 2000, en donde lo espera todo un equipo de trabajo que tiene listos a los pacientes en diferentes quirófanos, personas que han confiado en él para solucionar los problemas con sus rodillas.

El galeno se cambia y se pone la ropa indicada, carga consigo una bocina con su música preferida e ingresa a la primera sala de operación de las más de tres por las que pasará ese día, de hecho, son ocho las cirugías programadas para ese viernes.

Con los instrumentos necesarios, el paciente anestesiado y una pantalla para monitorear cada uno de sus movimientos. Ortega realiza procedimientos exactos, unos más complejos que otros, pero todos con el mismo resultado: la mejora de la articulación del operado.

Rafa se hace un espacio para desayunar y posteriormente vuelve a los quirófanos. Esta es una jornada más de las tantas que tiene cada semana. Su día quirúrgico es dedicado puntualmente a operar.

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