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Mira

17, marzo 2018 - 19:27

┃ EFE

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El diestro Enrique Ponce salió a hombros de la plaza de Valencia, una vez que, tras serle negada la oreja de su primer toro, tuvo que hacer un esfuerzo añadido para cortarle las dos al manso cuarto, en una tarde que Paco Ureña también obtuvo un trofeo a cambio de una aparatosa voltereta. Tras el triunfo, la empresa lo contrató para sustituir en el cartel de hoy a Cayetano Rivera quien fue baja debido a  una lesión de escafoides.

Enrique Ponce le ganó el pulso sicológico al presidente de la corrida, sólo que con la baza cierta de “jugar en casa”, en ese mismo ruedo que le ha visto triunfar decenas de tardes y en el que cuenta con un público incondicional. Muy consciente de ello, el torero tuvo esta vez que luchar contra el criterio del “árbitro” para conseguir su enésima salida a hombros en Valencia, una vez que el titular del palco se cerró en banda y se negó a atender la fuerte petición de oreja que provocó la faena del valenciano al primero de la tarde.

Para no concederla el presidente se agarró, probablemente, a la defectuosa estocada con que se remató un trasteo que no pasó de fácil y vistoso, de más apariencia que compromiso, ante un toro de sosa movilidad al que Ponce no contrarió.

Pero tanto el torero como el público se tomaron esa negativa como una afrenta imperdonable que había que vengar fuera como fuera para que el ídolo local volviera atravesar a hombros el umbral hacia la calle de Xátiva. Así que echó el resto con el cuarto, un toro que manseó y marcó una clara tendencia hacia la querencia de tablas.

Con la muleta sujetó al toro en el tercio y, poco a poco, a base de centrarle en la muleta, hasta llegar a lograr así dos excelentes series de naturales, trayéndose embarcadas las embestidas, que fueron la parte mollar del trasteo.

Ya con el toro, y el público, en el canasto, aún llegó un dilatado añadido de adornos, poncinas y demás efectos especiales de un maestro de la escena que alargó a conciencia el trabajo en busca no solo de la oreja correspondiente sino también de la que antes le negaron.
La otra oreja de la tarde fue para Paco Ureña, un trofeo sufrido, pues su empeño por cortársela al desclasado e incierto sexto toro le costó una aparatosa y fea voltereta.

Por su parte, Alejandro Talavante pasaportó con ligereza y displicencia un lote vacío de celo y de raza ante el que el torero extremeño no disimuló su más absoluta desgana.

El resumen final fue: Séptimo festejo de abono de la feria de Fallas. Lleno.

Tres toros de Domingo Hernández y tres de Garcigrande, desiguales de presentación, desclasados y sin raza. Enrique Ponce, vuelta al ruedo tras aviso y dos orejas; Alejandro Talavante, silencio y silencio tras aviso; y Paco Ureña, ovación tras aviso y  oreja).