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12, noviembre 2014 - 17:52

┃ María Vega

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ÁMSTERDAM, Holanda.- El mexicano se pinta solo para no perderse detalle alguno de la selección nacional y más si reaparece Carlos Vela. Los paisanos que radican en el viejo continente hicieron el viaje a esta ciudad desde París, Brujas, Madrid, Berlín, Roma y cualquier parte de Europa. Fueron cientos, no solamente para apoyar al Tricolor sino alzar la voz en apoyo a los 43 desaparecidos en Ayotzinapa y por el tan famoso “#no era penal”.
Así que el color se pintó solo. Si bien ambas situaciones son puntos y aparte, el mexicano así llamó la atención ante la frialdad de la noche y de una afición holandesa que se mostró tranquila, un poco pasiva, pero conforme pasó el tiempo entró en calor.
Una pizca del ambiente mundialista volvió y Ámsterdam vivió un poco de lo ocurrido aquel mes de junio en Fortaleza en lo que fueron los octavos de final, en donde las pelucas naranjas aparecieron junto a las enormes botargas de leones, quienes entraron en calor y se unieron a los luchadores, al infaltable Chihuahua y al enmascarado de plata, y hasta posaron con posters que recordaron el “No era penal” de Robben, risas entre ambos y un poco de entendimiento entre el holandés y español, pero unidos y comprendidos por el elixir futbolero: La cerveza.
Los bellos rostros de las mujeres tulipanas aderezó lo que fue para ellos una fiesta, pues el futbol en esta parte del mundo es como su religión. Sin embargo la Arena no alcanzó a llenarse, pero fue suficiente para ver el repudio de los paisanos que expresaron su molestia, tristeza y consternación por los actos a los normalistas de Ayotzinapa que le dieron la vuelta al mundo y usaron el partido para externar la voz de los mexicanos por Europa.
Fueron cientos los que clamaron justicia y a casi dos horas antes del duelo organizaron una protesta a las afueras de la Arena, para después no olvidarse del duelo, ya que cada vez que Robben tomaba el balón lo abucheaban, junto aquel grito de guerra cada vez que el portero rival despeja desde el saque de meta.
El mexicano se dio un festín, vivió de todo, así como también el regreso de Carlos Vela en su regreso por la puerta gigante tras el par de golazos, la buena labor de Ochoa bajo los tres palos y hasta algo de venganza por el Mundial, por lo que encontró motivos suficientes para gritar y disfrutar el momento pese a ser minoría en la hermosa Arena, que celebró y pidió justicia. (Luis García Olivo/ Fotos. Jorge Barrera/ enviados especiales)