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12, abril 2018 - 2:21

┃ Miguel Angel García

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POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

La feria de abril en Sevilla tiene eso que hace más a Sevilla, lo que evoca profundamente a Belmonte y a Gallito, dos tauromaquias que parte el Guadalquivir y que majestuosamente ha resumido la Real Maestranza en todos estos años. Allá, a la orilla del río, “Sevilla está donde bebe de estar”, dijo El “Gallo” y “Bombita”. Y ahí, donde comienza todo, también está México.

Cinco abriles ya pasaron y la huella del mexicano Joselito Adame no se borra del albero sevillano; llegó el 16 de abril de 2012 y la primera oreja para el hidrocálido proveniente de un toro de Conde de la Maza.

La historia se repitió el 9 de mayo de 2014, esta vez ante un ejemplar de Victoriano del Río y la misma dosis repartió en 2015 tras tumbarle el auricular a un toro de Cayetano Muñoz.

Sin tregua, el oriundo de Aguascalientes dejó clara su postura y aunque en 2016 no hubo trofeo, la vuelta al ruedo fue clamorosa.

Para 2017 Adame no tenía opción, las orejas debían ser y llegó una de su segundo toro propiedad de Fuente Ymbro, al cual domeñó soberbiamente.

Cuatro orejas, esfuerzo máximo y una marca histórica, ya que el torero azteca se ha convertido en el mexicano con más orejas cortadas en la feria de abril en los últimos 50 años.

Hoy, Sevilla recibe nuevamente a Joselito; mientras que su hermano Luis David acaba de reventar Arles (salió a hombros), el mayor de los Adame busca lo propio en esta tierra que en abril huele más a toreo, a ilusiones y por que no, a Puerta del Príncipe. Solo que este portón requiere de tres orejas. No es nada fácil, pero de ahí que una sola oreja contenga un peso importante.