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30, abril 2018 - 8:20

┃ José Ángel Parra

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TEXTO: JOSÉ ÁNGEL PARRA

Hay quienes requieren de muchos años de reconocimiento y mérito para escribir su nombre con letras de oro sobre base marmórea. El caso del fino orfebre, Just Fontaine, es diferente. Al diamante francés, nacido en Marrakech, Marruecos, le bastaron seis partidos, durante la Copa Mundial de Suecia 1958, para establecer una marca imposible de romper en la historia del certamen más importante del deporte más popular del planeta.

Aún hoy, 60 años después, nadie ha logrado seguir su rastro. Han transcurrido 14 Mundiales desde entonces, y cada que llega la hora, los artilleros más laureados del momento observan la cifra como si se tratara de la auténtica presa en la cacería balompédica: 13 goles en una Copa del Mundo. Sí, hay quienes lo superan entre los máximos romperredes de la competencia, léase Miroslav Klose, Ronaldo Nazario “Fenómeno” o el “Bombardero” Gerd Müller, con 16, 15 y 14 dianas respectivamente, más ellos han requerido de al menos un par de torneos del mismo calibre para semejante cosecha. Las 13 dianas del legendario gladiador francés ocurrieron en Suecia, a lo largo de seis partidos que valieron el tercer lugar al inspirado representativo francés.

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Fontaine, nacido en el lejano Marrakech, en 1933, gracias a que su padre negociaba tabaco en territorio africano, sobresalió en la práctica de las patadas, en aquel lejano país, desde los 15 años. A los 20 años fue negociado al Niza y desde entonces tuvo una trayectoria relámpago que lo llevó a la prestigiosa justa internacional.

Sobre él existían otras luminarias, como Maryan Wisnieski, Roger Piantoni, Jean Vincent y Raymond Kopa, mas el joven Fontaine, con apenas 24 años, fue una de las revelaciones de aquella inolvidable competencia, en la que terminaría por ser eclipsado por el mítico niño Pelé, en las semifinales del glorioso certamen.

El debut galo en el torneo sueco resultó espectacular. Just aportó tres de los siete goles que Francia le marcó a Paraguay. La puntería del sorprendente Fontaine no bastaría, días después, para encaminar a los suyos en la batalla contra Yugoslavia. El doblete del goleador se quedó corto. El serbio Toza Veselinovic, mediante agónico tanto, decretó el tropiezo galo por 3-2.

Francia resurgiría gracias al decisivo tanto de su inesperado goleador, para someter 2-1 a Escocia. Con seis dianas convertidas en la ronda de grupos, Just Fontaine conseguiría otro doblete en la goleada de 4-0 sobre Irlanda del Norte, en los cuartos de final.

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Mas la batalla clave ocurriría en Solna. Las semifinales lo enfrentaban al imponente equipo brasileño, integrado por monstruos de la talla de Vavá, Zito, Garrincha o Didí, aunque sería la magia del joven Pelé la que marcaría distancia en la épica contienda. El aporte de Fontaine se conjugaría al de Piantoni, pero Edson Arantes do Nascimento conquistaría, ese día, un triplete espectacular. El sello de O’Rey decretó el 5-2 definitivo en la pizarra del estadio Rasunda.

Eliminados de la posibilidad de disputar el título ante los suecos, los galos asistieron al encuentro por el tercer lugar contra la siempre poderosa Alemania. Aquel 28 de junio, en Gothenburg, resultaría inolvidable para Just. Cuatro anotaciones de él sirvieron para liquidar 6-3 al orgullo teutón. El póquer ayudaría a redondear la mítica marca histórica del inesperado héroe francés.

Un par de años después, en su país, aportaría ocho dianas a la causa gala durante la Eurocopa de 1960. Años más tarde, el futbol le jugaría una mala pasada: El retiro obligado, a los 29 años, por una persistente lesión de tobillo. ¡Qué importa! A Fontaine le bastó aquel lejano 1958 para inmortalizar su nombre.

Aún hoy, previo a la justa, los máximos romperredes consultan el impresionante registro del mítico goleador ambidextro. Algún día, en determinado sitio, los 13 goles del ídolo galo podrán verse amenazados. Ahora el desafío se repite en Rusia, como cada cuatro años, aunque reza la leyenda que la marca del Zorro francés es imposible de romper.

 

 

 

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