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Mira

11, mayo 2018 - 10:52

┃ Javier Juárez

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Ni el sol las calentó, las Águilas volvieron cabizbajas a su nido tras el santo baile que les dieron en Torreón.
Los jugadores azulcremas descasaron en territorio lagunero y muy temprano se dirigieron al aeropuerto Francisco Sarabia.
El autobús se estacionó y la parvada comenzó a descender. Miguel Herrera pasó al frente.

El aleteo fue débil, el dolor por los cuatro flechazos que recibieron de los Guerreros no los dejó sonreír.

Edson Álvarez, Henry Martín, Diego Laínez y Andrés Ibargüen fueron los siguientes azulcremas en aparecer. Todos cabizbajos.
El sepulcral desfile lo continúo Renato Ibarra, Paúl Aguilar, Carlos Vargas, Bruno Valdez y Cecilio Domínguez.

Matheus Uribe y Jérémy Ménez siguieron en la fila, el francés se vio afectado, él sabe que el penalti que erró pudo cambiar la historia.
La pasarela la siguió Agustín Marchesín, el portero pausó su andar para atender a algunos seguidores que aparecieron en el lugar.
William Da Silva y Oribe Peralta fueron los últimos emplumados en salir. El “Cepillo” caminó con la mirada fija en el suelo.

El atacante azulcrema entró al inmueble y se alegró al ver a sus papás en la terminal aérea. Oribe dialogó con ellos, los abrazó varias veces y luego siguió su camino.

Peralta tuvo que detenerse de nuevo antes de entrar a la sala de espera para repartir firmas y fotografías.

El silencio fue total, las Águilas no abrieron el pico. Lo que sucedió en la casa de los Guerreros los dejó sin palabras.
Cabizbajos y adoloridos volvieron los azulcremas a la CDMX. La proeza en el Azteca luce inverosímil, pero la buscarán.