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Mira

9, diciembre 2020 - 19:20

┃ José Ángel Parra

Paolo Rossi

TEXTO: JOSÉ ÁNGEL PARRA

ILUSTRACIÓN: ALEJANDRO OYERVIDES

Paolo Rossi, señalado en un añejo lío de apuestas que lo marginó de las canchas, lavó su imagen gracias a un partido de Copa del Mundo, mismo que le permitió alcanzar la gloria, hasta situar su estrella entre los héroes de todos los tiempos. Catalogado como villano y descalificado por los suyos, en la orgullosa Italia, el toscano padeció la ignominia, pero terminó en leyenda.

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La memoria se remonta a 16 años en el tiempo. En la naciente década de los años 80 se disputó, en España, uno de los Mundiales más recordados, gracias a su colorido, magia y drama. El certamen ibérico se formó mediante un sistema de seis grupos de cuatro selecciones cada uno, en los que clasificaban dos por sector. Italia quedó integrada en el primero de ellos, junto a Polonia, Camerún y Perú. Por increíble que parezca, el cuadro azzurro empató los tres encuentros: 0-0 frente a los polacos y sendos 1-1 ante africanos y sudamericanos. En esa etapa, Rossi no aportó goles. El boleto se dio de “panzazo”, gracias a la mejor diferencia de goles de los europeos en relación con los cameruneses.

Para la segunda etapa del certamen se formaron cuatro grupos de tres equipos cada uno. Los ganadores avanzarían a semifinales. Curiosamente los italianos fueron a parar al tercer sector, al lado del poderoso y favorito Brasil –que llegaba con marca perfecta y la friolera de 10 goles en su breve andar- y la Argentina campeona del mundo, con Diego Armando Maradona, en su primera justa mundialista.

Italia, aún con Rossi dormido, batalló para vencer a la albiceleste. Marco Tardelli y Antonio Cabrini decretaron el ajustado éxito de 2-1 sobre los sudamericanos, que reaccionaron tarde mediante el gol de Daniel Passarella.

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En el segundo partido del sector, Brasil eliminaría a Argentina. Zico, Serginho y Junior serían la medicina idónea. Ramón Díaz aportaría el tanto del honor, en el 3-1 decisivo.

Debido a los resultados preliminares, a los amazónicos les bastaba igualar ante los italianos para asegurar boleto a la ronda semifinal. Mas ese día, Paolo Rossi jugó el partido de su vida, el del Mundial. Inolvidable pasaje en la historia de aquella justa balompédica. El hoy desaparecido estadio Sarriá, en Barcelona, fue el escenario de la épica batalla. El 5 de julio de 1982 se disputó el partido más recordado en la historia para la squadra azzurra, aún por encima de la gran final, en la que lograron coronarse a costa de Alemania Federal.

Brasil, con cuatro victorias a cuestas en mismo número de encuentros, 13 goles a favor y sólo tres en contra, enfrentaba a la decepcionante versión italiana, clasificada a base de empates y apenas un apretado triunfo a costa de Argentina. Cuatro años atrás, Paolo Rossi había sido una de las promesas de su selección: tres goles suyos habían minado a Francia, Hungría y Austria. En el lejano 1978 se tuvieron que conformar con el cuarto sitio, tras caer en el duelo por el tercer lugar justo frente a los brasileños.

En el camino a España 1982, Rossi había sido inhabilitado por el escándalo Totonero, en 1979. Quedó marcado en una trama de corrupción entre apostadores, lo que le costó quedar fuera de toda actividad por un lapso de dos años. La prometedora carrera del goleador parecía dejarlo fuera del Mundial. Enzo Bearzot insistió en convocarlo, a pesar del obscuro antecedente.

Su nulo aporte en la justa ibérica provocó el “bombardeo” de la prensa italiana, que lo había rebautizado como “fantasma”, debido a su nulo aporte goleador hasta ese instante. En ceros, en la recta final del torneo y ante el favorito y poderoso Brasil, Paolo Rossi ofreció la actuación de su vida, misma que le valió la inmortalidad.

Efectivo, contundente, letal, contrario a la ineficacia exhibida en las anteriores actuaciones, Rossi sacudió las redes amazónicas en los albores de la contienda, sobre el minuto 5. Sócrates reaccionó y de inmediato igualó la batalla (12’), mas el propio Paolo devolvería la ventaja a su país, a los 25’ de acción. En el complemento, y luego de un dominio abrumador, Brasil igualó 2-2 vía Falcao (68’). El resultado parcial significaba el boleto para los amazónicos a semifinales. De nada le habría valido frente a la crítica aquel tardío doblete, si su equipo quedaba eliminado. Pero ante la sorpresa del planeta entero, Rossi liquidó al gigante mediante otro certero remate, al 74’. ¡Triplete y a Brasil! La sorpresa del Mundial detonó aquel día en el Sarriá.

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Ya en semifinales, Paolo Rossi volvió a marcar diferencia. Doblete sobre Polonia y el pase a la gran final, donde marcó el primero sobre Alemania, a la que Italia dominó 3-1.

El despertar le valió acumular seis goles para convertirse, además, en el campeón de goleo de la competencia. Balón y Bota de Oro se agenció el renovado ídolo, además de levantar la Copa del Mundo.

El trofeo y la gloria le valieron redimirse a él y a todos los involucrados en el escándalo Totonero. Cuatro años más tarde, una lesión lo marginó de México 1986. Pero camino a esa competencia, Paolo Rossi todavía se daría gusto de aportar un triplete en el 5-0 sobre México, en un amistoso celebrado en febrero de 1984.

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