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20, mayo 2018 - 12:30

┃ Alejandro Alfaro

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POR ALEJANDRO ALFARO

Las definiciones por el título en el futbol mexicano han tenido de todo. Dramatismo, polémica, acciones increíbles y también, encuentros que nadie recordará por su pobreza dentro del terreno de juego.

Dentro de estas, hay un lugar especial para la tragedia. Como la que vivió Santos hace ocho años en Toluca, cuando estaba en disputa el torneo Bicentenario 2010 en el que los laguneros se vieron la cara ante el mismo rival que hoy tienen enfrente y precisamente en el mismo campo, que aunque ya remodelado, guarda todavía la memoria de aquella tarde del 23 de mayo del 2010.

El juego de ida en Torreón no dejó nada para nadie. Empate a dos tantos con anotaciones de Quintero y Vuoso por los de la Comarca; mientras que Novaretti –con un golazo- y Sinha, marcaron para la visita, que ya sin las glorias de los años 90 en el campo, buscaba renovar su palmarés con una nueva copa para sus nutridas vitrinas.

En la vuelta, La Bombonera lucía pletórica. Todo el ambiente era rojo, pero los “Guerreros” salieron a dar una auténtica batalla y durante grandes lapsos del encuentro, pusieron contra la pared a los Choriceros, aunque para ser campeón se requiere algo más que simplemente jugar bien; hay que tener la contundencia necesaria y a veces hasta un poco de fortuna, misma que los albiverdes no llevaron consigo en aquella oportunidad.

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Una falla tras otra, Santos vio como los goles se le negaban. Oribe Peralta tuvo un par, Quintero no estuvo fino, y en definitiva, Vicente Matías Vuoso tuvo una de las tardes más grises en su carrera.

Corría el primer tiempo extra. El “Cepillo” logró perforar por izquierda dentro del área escarlata para posteriormente habilitar al “Toro”, quien sin marca y con Alfredo Talavera mal colocado, tenía a su merced la portería para marcar el gol que podría significar el campeonato… pero falló. El camiseta 30 abanicó de manera increíble. Nadie daba crédito a lo sucedido, pero la catástrofe apenas estaba por venir.

Al término de los 120 minutos de juego, la gran final se tuvo que definir desde el manchón de penalti. Fue ahí cuando el santo termino de darle la espalda al equipo que lo lleva en el nombre. En los primeros tres disparos, los rojos fallaron dos; Sinha y Mancilla erraron y dejaron la mesa servida para Santos. Solamente bastaba con anotar un cobro más para consagrarse campeones una vez más, o bien, que Oswaldo Sánchez se erigiera como héroe si atajaba alguna ejecución, lo que casi ocurrió cuando tocó el esférico disparado por Novaretti, mismo que se le coló de manera angustiante.

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El destino volvió a poner a Vuoso en un lugar inmejorable, tal y como lo había hecho minutos atrás. El momento de vestirse de héroe le había llegado al delantero argentino, pero a la hora de lavar su error, Matías lo hizo más grande. Su penalti no llevó ni siquiera dirección de portería. Seguía faltando un gol.

Luego de que Romagnoli marcara para los Diablos, fue Carlos Morales quien podría bañarse de gloria. El último cobro de la tanda quedaba en los pies de un gran ejecutor, pero la suerte de campeón estaba del otro lado. Falla lagunera y había muerte súbita.

Dueñas le rompió la portería a Oswaldo y por primera vez en toda la tanda, la presión era para Santos. Fernando Arce tenía que marcar para mantener en la contienda, pero no fue así. Talavera recostó a su derecha y manoteó la bola de Fernando. Toluca era campeón y la Laguna se llenó de llanto.

LAS LAGRIMAS DE ROMANO

Sin duda, una de las imágenes que quedarán para la posteridad acerca de esa final es la de Rubén Omar Romano. El técnico se mantuvo con las emociones a flor de piel durante toda esa serie de penaltis, y al final, al ver la copa perdida, rompió en llanto mientras caminaba rumbo al vestidor, sin poder creer lo que había ocurrido.

Fue lo más cerca que estuvo de coronarse en la Liga MX. Logro que hasta la fecha, no ha logrado cosechar.

Este domingo, Santos tendrá la oportunidad de exorcizar de una vez por todas a sus demonios rojos. El suelo donde un par de veces tuvo que ver como su adversario le quitaba la corona, será el mismo que hoy le da la revancha, misma que solamente ellos podrán hacer valer.