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Mira

21, mayo 2018 - 2:34

┃ Alejandro Alfaro

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CRÓNICA


Bien se dice que no hay sabor más dulce que el de la revancha. La historia le debía a Santos una actuación gloriosa en Toluca luego de las finales perdidas en el infierno y finalmente llegó. Los Guerreros se coronaron en la capital mexiquense.

Con el espíritu santo por delante, una defensa más solida que una pared y la contundencia como principal virtud, los de La Comarca Lagunera

Hauche le puso dramatismo con su gol, mas no fue suficiente. Al anhelo del onceavo mandamiento rojo se quedó para otra ocasión.

El grito de “6 se puede” que durante toda la Liguilla fue la bandera de Torreón se cambió por el “6 se pudo”. Santos lo logró y es un gran campeón.

EL JUEGO

Las puertas del infierno se abrieron a una hora poco usual, aunque con una expectación y revuelo mayores a los que acostumbran los domingos al mediodía. En la capital mexiquense se respiraba nerviosismo, pero también se palpitaba la definición de la gran final.

La Bombonera se vistió de gala. El recibimiento para los Choriceros fue inmejorable desde la tribuna, pero el rival también contaba y Santos salió dispuesto a demostrar que la tercera sería la vencida en un inmueble que anteriormente le había arrebatado dos copas.

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La primera parte de la tarea fue llevada a cabo por nota por los muchachos de Siboldi. La defensa lagunera contuvo a pie firme el intento de inicio a tambor batiente escarlata. Todos los embates locales se estrellaron con la muralla verde comandada por Izquierdoz, quien no conforme con su labor defensiva, saldría desde atrás como un auténtico caudillo que comandó el ataque santista en el primer gol del juego.

El central argentino condujo desde su propio campo. Recorrió metros valiosos al frente y sirvió para Julio Furch. El “Emperador” dio cátedra de cómo recibir de espaldas, cubrir la pelota y rematar de media vuelta. La bola que salió de su zapato entró pegada al poste izquierdo de Talavera. El lance del cancerbero fue inútil. El averno se congeló.

Sin duda, el tanto en contra representó un duro golpe para el ánimo de Toluca, pero a pesar de eso, mantuvieron el ímpetu, que combinado con la necesidad de goles, los lanzó al abordaje, aunque sus intentos no prosperaron. Uribe de cabeza se quedó a centímetros. Sambueza fue insistente y trató de sorprender en un madruguete, pero no encontró una pierna que capitalizara su viveza. El propio capitán de los pingos la intentó personal con un tiro de media distancia que amenazaba con batir a Orozco, mas el portero albiverde sacó un manotazo salvador para evitar el empate.

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En pleno tiroteo local, un tiro libre le robó el aliento a toda la parcialidad toluqueña. Osvaldo Martínez centró por el centro hacia el costado derecho del área, por donde Izquierdoz entró y cabeceó para techar a Talavera. Alfredo estaba vencido, pero como portero sin suerte no es portero, la fortuna lo acompañó al dirigir el esférico al poste y cederle el rebote a su ubicación. Los rojos se pusieron blancos del susto.

Con ligera ventaja en el marcador, Santos se fue al descanso a sabiendas del daño que logró causar. Toluca necesitaba ya dos goles para mantener vivas sus aspiraciones de la onceava.

Para el complemento se esperaba a un rojo endemoniado, que se llevara por delante a su rival para encontrar el par de anotaciones que requería. Contrario a eso, no había peligro ni intensidad. Los minutos avanzaban si que los dirigidos por Cristante dieran señales de poder descontar.

El primer aviso llegó por vía de Canelo. El pampero fue bien habilitado y quedó de frente al arco, pero Orozco achicó bien y le cerró el ángulo a Alexis. El tiro salió directo a la ubicación de Jona.

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El contragolpe sería un gran aliado para los Guerreros. Así lo dejó de manifiesto Djaniny, quien en solitario, logró arrastrar a un par de defensas toluqueños hasta su propia área. El goleador alcanzó a rematar, aunque sin colocación. Esa sería la última acción del caboverdiano. Una mala caída lo hizo abandonar el campo.

Con más inercia que ideas futbolísticas, Toluca hizo acto de aparición en territorio lagunero. Hauche se encontró con un rebote a pedir de boca, sin marca y a escasos metros de la portería. El “Demonio” la buscó colocar tanto que la voló. La más clara se iba lejos.

El propio Gabriel encontraría muy pronto el desquite. Fue en un centro al área que fue peinado a segundo poste para que el camiseta 7 se sirviera con la cuchara grande. Parte interna a segundo poste para cerrar la pinza y romper el cerrojo lagunero. El dramatismo no se quedó fuera de la final, ya que quedaban 10 minutos por delante.

El cierre se volvió una eternidad para Santos y se fue como el agua entre las manos para Toluca. Al final, la copa decidió irse a Torreón, con el mejor equipo de la Liguilla. El coloso del norte.

GOLES

COLOR

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