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7, junio 2018 - 11:57

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paco Stanley

Diecinueve años han pasado de ese triste 7 de junio de 1999, en el que el conductor Paco Stanley era ultimado a balazos cuando salía del restaurante El Charco de Las Ranas; su inerte cuerpo quedó al lado del copiloto y, en el asiento trasero, el reportero Jorge Gil se quejaba de un disparo de arma de fuego que recibió cuando buscaba salvar su vida.

En cuestión de minutos el número 2772 de Periférico Sur, en la colonia Jardines del Pedregal, se encontró tomado por elementos de la policía preventiva y la entonces Policía Judicial de la Procuraduría General de Justicia; todo fue un desconcierto al conocerse que la víctima era Francisco Stanley; hasta ese punto arribaron jefes policiacos de alto nivel, porque a plena luz del día habían matado a una figura pública.

 

Dieron inicio las investigaciones, no sin antes tomar la declaración del reportero de espectáculos Jorge Gil, porque él se encontraba en el interior de la camioneta en la que quedó el cuerpo de Paco. Dio su versión sobre los hechos, pero sin que dejara claro sobre el rostro del presunto responsable y el personal de la negociación afirmaba no haber observado bien quién fue el criminal.

Escondido dentro del baño del restaurante se encontraba Mario Bezares, quien durante varios años acompañara como “patiño” a Stanley, tanto en Televisa como en la nueva aventura en las filas de Televisión Azteca. En ese momento refirió que tenía problemas estomacales y por ese motivo no se encontraba en la camioneta y que al escuchar los disparos se colocó en posición de feto dentro del sanitario.

Fueron muchas las voces de exigencia para que se diera con el paradero de quien cometió tan lamentable crimen y antes de que transcurriera un mes del asesinato se dio la información sobre la captura de uno de los presuntos participantes; así inician las pesquisas y para la autoridad, todos quienes acompañaban en ese entonces a Stanley eran sospechosos.

Bezares, de testigo a sospechoso

Llega el 22 de julio y “explota la noticia bomba”: se anuncia que Mario Bezares pasa de testigo del crimen a sospechoso y sería arraigado en un hotel de la colonia Doctores, y en ese sitio se tomó el último piso que era vigilado las 24 horas del día, y en algunos momentos, como la ventana daba a la calle, Mario agradecía a sus admiradores las muestras de apoyo, porque permanecían al pendiente fuera del establecimiento de habitaciones de alquiler.

Mario insistía en desconocer quién pudo haber ordenado el asesinato de su “jefe” y que en grupo iban a abandonar el lugar, pero antes de alcanzar la puerta, al parecer, como la comida le había hecho daño, les sugirió se adelantaran en lo que él iba al WC y en cuestión de minutos los alcanzaría; pero fueron los disparos y los gritos de comensales lo que lo paralizaron en el servicio sanitario.

Sale a la luz pública un retrato hablado sobre el presunto hombre que accionó su arma de fuego contra Francisco Stanley, y es hasta el 18 de agosto de 1999, cuando se detiene a Erasmo Pérez Garnica, que era conocido como “El Cholo”, pero niega en todo momento haber participado en el crimen, como revelaban las investigaciones de la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.

Pero “El Cholo” no sería la única persona a la que se le relacionara con los hechos de la mañana del 7 de junio de 1999; también se implicó a la edecán Paola Durante y al chofer de Paco, José Luis Martínez, quienes el 19 de agosto fueron arraigados al igual que el hombre que andaba a rape y que se suponía fue quien agarró descuidado a Stanley y lo privó de la vida, para luego huir del lugar de los hechos.

Ya repuesto de su herida en la pierna, Jorge Gil comienza a afirmar que Mario Bezares tenía algo que ver con la muerte de Paco Stanley denominado “Mi Verdad” y sus declaraciones ante las autoridades ministeriales hacen que el 2 de septiembre de 1999, los arraigados Mario (Rodríguez) Bezares, Paola Durante Ochoa, de nacionalidad uruguaya; José Luis Martínez y Erasmo Pérez Garnica, sean declarado culpables y se les dicte el auto de formal prisión por el delito de homicidio calificado.

También en el expediente quedó asentado que serían castigados por los delitos de tentativa de homicidio y lesiones.

Siguió el juicio y el abogado Marcos Castillejos, así como los defensores de los otros implicados, logran que el 25 de enero de 2001, dos años después del crimen, sean exonerados y puestos en libertad y con esa determinación el caso vuelve como al inicio: sin resolver y nadie detenido por la muerte de Paco Stanley.

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