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Ajo y agua. Hugo Sánchez
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Hugo Sánchez

26, septiembre 2017 - 8:48

Ajo y agua

LOS MEXICANOS HEMOS DADO CÁTEDRA AL MUNDO

El 19 de septiembre de 1985 se ha hecho presente nuevamente en todos los mexicanos, recordando las enormes pérdidas humanas, de viviendas, edificios y hospitales, etcétera. Aquel tremendo terremoto que sacudió a toda la Ciudad de México dejó una profunda herida que todavía hoy sigue abierta.

Recuerdo que estaba en España, jugando para el Real Madrid. Las noticias que me llegaron ese  día por la mañana fueron tremendas, ya que al encender la radio o la televisión, la verdad es que no lo recuerdo, la primera noticia que encontré fue que México estaba de luto por el terremoto que lo había azotado con una intensidad de 8.1 grados Richter, y que todo el Distrito Federal había desaparecido. Esa fue la desagradable primera noticia que recibí.

Debo aceptar que me estremecí de tal manera que no podía creer lo que estaba escuchando. Mi reacción inmediata fue agarrar el teléfono para comunicarme con mi madre, con mis hermanas, con amigos, pero fue simplemente imposible tener comunicación con alguien en México. Tuve que llamar a mi hermano, Héctor, quien estaba viviendo desde años atrás en San Diego, y a él le pasó lo mismo de no poder comunicarse con ningún miembro de la familia o amigos. Todo era un caos.

Luego, decidí marcar otro número para avisar que no me iba a presentar al entrenamiento con el Real Madrid, porque no estaba concentrado ni dispuesto mental y emocionalmente, puesto que no tenía noticias y me parecía tremendo y muy fuerte pensar que la Ciudad de México, entonces Distrito Federal, había desaparecido.

Pasaron unas cinco horas, las cinco horas más desagradables que he vivido en mi vida, claro, relacionadas con este tipo de lamentables fenómenos naturales.

Por medio de un radioaficionado se me contactó con un amigo de una emisora que me llamó para entrevistarme y cuando vio lo tenso y asustado que estaba por la noticia, al grado de casi no poder hablar, decidió ayudarme hasta establecer comunicación. Fue entonces que logramos tres enlaces para finalmente conectar de España a la Ciudad de México y preguntar a un radioaficionado sobre la verdadera situación; él me empezó a narrar los  fuertes derrumbes que hubo, que fueron muchísimas las personas afectadas, y hasta la fecha siempre digo que no se sabe en realidad cuántos miles fueron los que perdieron la vida . Se habló de diez mil, pero yo creo que fueron muchos más, ya que en este tipo de datos regularmente minimizan los números, pero para mí fueron 20 o quizá 30 mil.

De toda España y Europa estuvieron llamando para mostrar su apoyo en lo que se pudiera ayudar, cosa que agradecí infinitamente y de manera personal. También agradecí al Real Madrid por el apoyo brindado y que en todo momento se mostraran dispuestos a ayudar en todos sentidos al pueblo mexicano.

Créanme que en estos casos, cuando se está tan lejos, se siente una impotencia enorme de no poder hacer nada. Se viven momentos muy complicados y difíciles.

REGRESÓ EL MIEDO

Apenas el pasado 7 de septiembre estaba con mi esposa en casa cuando todo el edificio donde vivo, al sur de la Ciudad de México, después de escucharse la alarma sísmica, se empezó a mover. Mi esposa, con el miedo reflejado en el rostro, me dijo: “Hugo, está temblando”. Yo estaba en pijama para dormir y agarré rápidamente las llaves de casa para bajarnos inmediatamente por las escaleras al exterior del edificio. En el camino, ya en las escaleras, dejó de temblar, pero realmente se sintió muy fuerte el temblor de 7.1 grados en la escala de Richter, y esto nos hizo reflexionar a mi esposa y a mí lo que pudo haber acontecido, y nos quedamos un buen rato, como 40 minutos, en el exterior, platicando del buen susto que nos llevamos, y observando a toda la gente que, como nosotros, se había quedado fuera de sus hogares. Nos hizo recordar a mi esposa y a mi que el del 85 no lo habíamos vivido de forma directa, como nos había tocado este.

HORROROSO ANIVERSARIO

Justo hace 32 años, en la misma fecha del 19 de septiembre, ahora en este 2017, cuando todos recordábamos la fecha maldita del 85, y muchos estaban terminando los simulacros que se establecieron en esa fecha precisamente para estar preparados, la Ciudad de México volvió a ser víctima de un sismo, al igual que Morelos, Puebla, Tlaxcala y Oaxaca. Este movimiento telúrico, con una intensidad de 8.2 grados Richter, pero este, por la cercanía del epicentro, se sintió mucho más fuerte, y provocó desastres parecidos a los de esa terrible fecha del 85.

Y déjenme decirles que esta vez tampoco me creo las cifras de las pérdidas humanas que se mencionan, ya que se habla de poco más de 300. Yo creo que ha sobrepasado el millar de pérdidas en vidas humanas.

En esta ocasión estaba solo en casa. Mi esposa e hijas habían salido a cumplir con  algunas labores y yo había puesto el despertador hasta las 14:00 horas, puesto que me había dormido a las 5 de la mañana, pero me despertó la tremenda sacudida del edificio y de la cama. Eran unos movimientos muy fuertes. Me levanté y busqué a  mis asistentes, les grité para alertarlas, pero no recibí contestación de nadie, y entonces sentí una impotencia enorme de que no podía hacer nada para detener ese tormento, esa pesadilla. No tuve más remedio que quedarme ahí, mirando por la ventana cómo salían todas las gentes de las casas y edificios vecinos, y me tuve que tranquilizar mentalmente para no entrar en histeria, para no caer en pánico, y reflexioné mucho sobre la vida misma, porque a muchos nos ha pasado algo parecido, que la valoración que le damos a la vida ahora es muy diferente de lo que veíamos antes de este aniversario maldito.

ACIERTO FEDERATIVO

Debo reconocer que fue una toma de decisión muy acertada la que tomaron esta vez nuestros dirigentes del futbol. Así como en otras ocasiones no estamos de acuerdo, en esta decisión de trabajar en equipo, para recuperarnos de todos los daños que hemos sufridos los mexicanos por estos terremotos constantes, el suspender todos los partidos para reanudarlos hasta este martes 26 de septiembre, con partidos de la Liga MX.

Felicito a los federativos y a todos los mexicanos que buenamente hemos dado cátedra al mundo y a nosotros mismos de que en este tipo de desgracias somos de los mejores.

¡Que te lo digo yo!