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23, junio 2018 - 18:10

┃ Luis García Olivo

aficionados

A los miles de mexicanos no les importó si Alemania o Suecia perdían, únicamente se centró en la felicidad que produjo la victoria sobre Corea.

A altas horas de la noche, los festejos mexicanos en Rostov del Don se trasladaron a las calles aledañas de la Arena y del centro de la ciudad.

 

Así como en el Ángel de la Independencia, la Minerva o Macroplaza, al centro de Rostov llegaron las canciones y baile de los Ángeles Azules, caballo dorado y los Tucanes de Tijuana para festejar y celebrar en grande.

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El festejo contagio a los rusos que hicieron el intento de bailar al payaso del rodeo, los paisanos enseñaban y hasta la víbora de la mar era parte del festejo nacional.

 

Altas horas de la noche y la fiesta seguía, fue tanto el festejo que la policía rusa perdió la paciencia y disperso los ánimos de los nuestros, con sus patrullas despejaron el relajo y el área ocupada por la fiesta.

 

La celebración de los nuestros era total, la policía no toleró más y mandó todos a dormir, pero no a algunos ya que hubo más aficionados que en bares y restaurantes continuaron con la celebración. Rostov no durmió y eso fue por la parada mexicana.

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