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23, junio 2018 - 19:46

┃ Jorge Víctor Calzada

Padre Oribe

Al suroeste del Estado de Coahuila, pasando La Paz, El Perú y La Palma, está el ejido La Partida; no muy lejos del Estadio Corona, casa del Club Santos Laguna… “No importa si no juega Oribe. Lo importante es que la Selección avance”, palabras de Miguel Ángel Peralta, minutos antes del gol de Carlos Vela para el 1 a 0 de los mexicanos sobre Corea del Sur.

En la tierra que vio crecer al ‘Cepillo’, todos los habitantes de la localidad saben llegar a la casa de don Miguel Ángel y doña Julieta Morones. El cruce de la avenida 24 de Febrero y la calle Los Solares guarda fotografías del ídolo lagunero. Su padre, orgulloso, porta la camiseta con el dorsal número 19, esperando que Juan Carlos Osorio lo meta a jugar.

En La Partida, un sábado mundialista no es muy diferente a cualquier otro día del fin de semana. Gente laborando, algunas camisetas del Tri porque juega la Mayor en Rusia, el partido en la pantalla del puesto de gorditas, los preparativos para los que parecieran ser unos XV años y familias disfrutando del encuentro en casa; con la puerta abierta para que “ventile el aire”.

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Todos, absolutamente todos, ubican la casa de la abuela de Oribe Peralta, y la de sus padres. Desde las señoras que tienden el primer puesto de comida a la entrada del pueblo, el niño que sale de la miscelánea con el refresco de dos litros en brazos, el joven que acorta distancia andando en la bicicleta, hasta la despachadora de la gasolinera rumbo al municipio de Matamoros, Coah.

El señor Peralta asistió al partido de despedida en el Estadio Azteca, antes de que la Selección Nacional de México emprendiera el viaje a tierras mundialistas. Oribe ya tenía sus boletos. Escocia fue el rival, y el resultado un gol a cero, favorable para los locales; sin embargo, don Miguel Ángel no se animó a ir hasta el otro lado del mundo para disfrutar en vivo de la justa veraniega.

Terminó el primer tiempo, y México le gana por la mínima diferencia a la República de Corea. Es cuando baja a la sala doña Julieta, madre de Oribe. Tres sillones, el televisor, y fotografías de Julieta, Miguel, Obed y Oribe; los cuatro hijos del matrimonio Peralta Morones… “Todos me han dado satisfacciones”, menciona, orgulloso, don Miguel Ángel.

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El segundo tiempo está en marcha, sin que cese la tertulia. Cae el segundo gol del Tri, cortesía de Javier Hernández. Posteriormente, ingresan Rafael Márquez; Jesús Corona, el ‘Tecatito’; y Giovani Dos Santos. Nuevamente, Oribe se quedó sin jugar, el segundo partido de su segundo Mundial.

Los poco más de 4 mil habitantes de La Partida reconocen los logros del ‘Cepillo’. En el 2012, el delantero, entonces del Santos Laguna, fue recibido por su gente, así como autoridades de la comunidad, después de ganar la medalla de oro en Londres. Hoy, el atacante de las Águilas, a sus 34 años de edad, disputa su último torneo con la camiseta nacional.

“Él tiene sus ideas, su estrategia de trabajo, y debemos de respetarlo. Acá no estamos acostumbrados”, refiere don Miguel, al dar su opinión sobre Juan Carlos Osorio, estratega del Tricolor.

Y al mismo tiempo, doña Julieta recuerda los inicios de su hijo el futbolista. Es un camino largo desde La Partida hasta CESIFUT (Centro de Sinergia Futbolística), en Ciudad Lerdo, Durango. De ahí también surgieron Rodolfo Salinas, Juan Carlos Medina (‘Negrito’) y Javier Eduardo López (‘Chofis’).

A CESIFUT, Oribe llegó gracias a Julio César Armendáriz, el ‘Muñeco’, exjugador santista, mediocampista de los Guerreros de la Temporada 1988-89 a la 1992-93, y quien “descubrió” al goleador de Monarcas, León, Rayados, Santos, Jaguares, América y la Selección Mexicana.

Ahí mismo, en el Centro de Sinergia Futbolística en ‘Ciudad Jardín’, Oribe fue bautizado con el apodo del ‘Cepillo’, como le decían quienes aún no sabían su nombre y tomaban como referencia su corte de cabello.

Otro de los recuerdos de doña Julieta, del que con esfuerzo salieron adelante, como ha sido la vida de la familia Peralta Morones, es la fractura de su hijo a los 16 años de edad, en un partido amistoso, antes de viajar a Brasil con el equipo de CESIFUT.

A unos cuantos metros del cruce entre 24 de Febrero y Los Solares, se encuentra un terreno, habilitado como cancha de futbol. De portería a portería, la distancia adecuada. De lado a lado, interminable. Algunas gradas y las paredes de las casas. Pocas personas aprovechando los espacios de sombra. Son fuertes los rayos del sol en La Partida, Coahuila.

Atento, don Miguel Ángel observa el segundo compromiso de la Selección en la Copa del Mundo de Rusia 2018. Detrás de él, enmarcados, Oribe Peralta y la esposa del ‘Cepillo’. Otro de los temas que surgen en la conversación, es la famosa fiesta de los seleccionados, horas antes de viajar a Dinamarca para su último cotejo de preparación, antes de entrar en participación. “¿Por qué se habla tanto de eso? Estaban en su día libre”, comenta doña Julieta.

Termina el partido. Corea no se fue en cero. Heung-Min Son anotó al 92’, pero la alegría y el festejo fue mexicano; en la Comarca Lagunera, en el resto del país y en Rusia. Luego de dos victorias y seis puntos en la bolsa (Grupo F); el miércoles, ante Suecia, don Miguel Ángel, doña Julieta y el resto de la población de La Partida, esperan ver en acción al hijo pródigo: Oribe Peralta.

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