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25, junio 2018 - 17:00

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CRÓNICA

Uruguay, con tanta eficacia como convencimiento, desnudó los problemas de la selección rusa y logró una cómoda victoria que le envía a Sochi, donde jugará los octavos de final como líder del grupo A.

Todo cambió en el partido decisivo. Si en los dos primeros encuentros Rusia se había envuelto en goles para provocar la euforia de la afición y Uruguay había despertado dudas por sus problemas para anotar, en el momento de la verdad La Celeste hizo una exhibición de jerarquía, dominó todas las facetas del juego y sentenció la victoria en la primera parte, ante un rival que acude a los octavos preocupado por su escasa solvencia.

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Una buena noticia para los de Tabárez, lanzados a por récords (tercera clasificación consecutiva a la segunda ronda, tres victorias en la primera fase e imbatidos), porque el técnico introdujo además cuatro cambios respecto al anterior partido y estos respondieron a la perfección.

Fue solvente Sebastián Coates, sustituto de Josema Giménez, Nandez aburrió a Denis Cheryshev, de Diego Lasalt partió el segundo gol y Lucas Torreira mandó en el centro del campo.

Pero todo empezó con Luis Suárez. El barcelonista, muy criticado en el debut, ha recuperado el instinto asesino. A los 10 minutos, dispuso de un libre directo al borde del área, lo aprovechó y, desde ese momento, ya le fue todo de cara, con la anfitriona angustiada.

Sin Aleksandr Golovin -una de las tres rotaciones que introdujo Stanislav Cherchesov-, Rusia nunca controló el centro del campo, no encontró en ningún momento a Artem Dyzuba y Cheryshev firmó su peor actuación.

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El jugador del Villarreal, la sensación local al comienzo del Mundial, no pudo nunca con Nandez, tuvo la mala fortuna de desviar contra su meta el disparo de Laxalt que supuso el segundo gol y fue sustituido por Mario Fernandes cuando se produjo la expulsión por doble amarilla de Igor Smolnikov (m.36).

Con uno menos, Rusia ya no pudo seducir a la grada más que unos segundos, con la entrada de Fedor Smolov, el ídolo de la afición hasta el comienzo del Mundial, que no aportó mucho más, y a Uruguay le quedaron solo objetivos laterales: que se estrenase Cavani como goleador o que Fernando Muslera no encajase ningún gol en el partido en el que batía a Ladislao Mazurkievicz en presencias mundialistas.

Logró los dos. Cavani se sumó en el 90 a la fiesta y Muslera no tuvo más que intervenir en una ocasión. Misión cumplida antes de octavos, donde aguarda al segundo clasificado del grupo B.

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